NEUQUÉN (AN).- Cerca de un millar de personas se juntaron ayer en la ex Legislatura para oír el fallo de la Cámara Criminal Primera. Durante toda la mañana nadie pareció tener dudas sobre cómo resultaría el dictamen final, que resultó ser el que tantas veces reclamaron en la calle a lo largo de los últimos 15 meses los gremios locales del arco opositor representados por la CTA y los partidos políticos de izquierda.
La espera, no obstante, fue tensa y nerviosa. La vereda de la ex Legislatura quedó copada por gente compartiendo mates, tomando café, y comiendo las torta fritas que el dueño de un "carrito" vendió valiéndose, como aliado, del frío que desde temprano se hizo sentir en las calles.
El sonido ambiente fue el de los parlantes que dispuso ATEN sobre un camión. Así los manifestantes escucharon en directo lo que sucedía dentro de la sala. En lo sucesivo, cuando los jueces dieron a entender que se encaminaban hacia un resultado que parecía irreversible, el de la prisión perpetua, la concurrencia respondió con aplausos y gritos de aprobación ante cada intervención.
A las 12:30, cuando el camarista Mario Rodríguez Gómez leyó el último de los dictámenes, y no quedaron dudas, hubo más gritos, llantos, y una multitud de abrazos en ese tramo de la avenida Olascoaga, cerrada al tránsito.
Buena parte de la euforia generalizada tuvo un único destinatario: el ex gobernador Jorge Sobisch, cuya figura ayer se vio en la calle en un gran cartel que contenía la palabra "cárcel". A él los manifestantes volvieron a colocarlo en el lugar del autor ideológico del crimen. Entre los militantes hubo una delegación de maestros que trasladó el gremio nacional (CTERA). A ellos se sumaron los del sindicato de la provincia de Buenos Aires, SUTEBA, que se entremezclaron con los de todas las seccionales de ATEN y los estudiantes secundarios que concurrieron.
Luego del discurso de Sandra Rodríguez (ver aparte), momento para el cual habían llegado más manifestantes en el contexto de un paro de 24 horas que convocó la CTA (Sejun, ATEN y ATE), la multitud partió rumbo al monumento al General San Martín.
Para ese momento eran cerca de 3.000 las personas que se habían sumado a la marcha. La columna recibió los saludos y bocinazos de conductores que festejaron la resolución judicial, y otras muestras de adhesión, como la que dieron los empleados del Banco Nación, que en la vereda de la institución colocaron una bandera con el rostro de Fuentealba, y festejaron el paso de la marcha, lo que les valió un reconocimiento de los que marcharon.
En el monumento, detrás de una bandera que decía "Carlos Fuentealba Presente", que cruzó toda la avenida, se sumó la viuda, que se abrazó entre lágrimas con uno de los testigos clave del juicio, Gonzalo Arroyo, una de las últimas personas que vio con vida a Carlos.