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CURIOSIDADES PATAGONICAS: Delitos y las dos caras de los mercachifles itinerantes | ||
• El juez Lamarque y los “turcos”. Aunque sería difícil relacionar unos crímenes conocidos con diez años de diferencia que tienen que ver con sirio libaneses (unos en que resultan acusados, y otros como sujetos de las desapariciones como vendedores itinerantes) los cometidos por “turcos” -como se los llamaba-, fue poco conocida. Se dio brevemente en esta misma página del domingo 10/11/2002 y el principal episodio sucedió en la primavera de 1899 cuando el maestro Calderón ya dictaba clases en Gaiman, Chubut, y el juez Dr. Facundo Lamarque se hacía cargo de la nueva sede del juzgado en Choele Choel tras la Gran Inundación y destrucción de Viedma. El gobernador del territorio -el jujeño Eugenio Tello- estaba ausente, y la mudanza capitalina la comandó el secretario Rómulo Sarmiento. El interventor del ministerio del Interior Dr. Centeno recorría la zona y hasta destruyó “cuentas que pretendían cobrarse indebidamente relacionadas con los suministros de la inundación”, ya que el gobierno central había prometido fondos para compensar la catástrofe (ver “La Prensa” del 3/10/1899 al 19/11/1899). Como Centeno suspendió las subcomisiones de auxilio a los inundados y husmeaba todo, los funcionarios se sentían intimidados. El médico de la gobernación Dr. Luis Mourillier renunció y se fue de Choele Choel. Y aunque parte del personal del Juzgado Letrado estaba aún en la bonaerense Patagones, donde provisionalmente funcionó la capital de Río Negro, y tampoco había llegado el archivo, el juez Letrado, su secretario y el defensor oficial Molina se pusieron a trabajar. El 9 de octubre se supo que “el juez Lamarque tuvo esta mañana conocimiento de un crimen cometido el 28 de setiembre y sobre el que se guardaba en el mayor secreto. Procedió a investigar -continuaba “La Prensa” que reprodujo el telegrama despachado desde Choele Choel- y detuvo a dos de los criminales. La víctima fue el sargento Cayetano Molina, herido primero en la cabeza y luego molido a golpes hasta dejarlo moribundo”, concluía la nota. • La banda turca. El diario “La Prensa” del miércoles 11 de octubre de 1899 recurrió a un título inquietante que sobresalió entre los de sus páginas interiores: “Río Negro - Varios crímenes- Encubrimiento de una gavilla de malhechores”. De inmediato reproducía un telegrama de Choele Choel que señalaba: “Acaba de descubrirse por el juez doctor Lamarque, con motivo de un sumario instruido contra los turcos, que comuniqué ayer, que éstos estaban organizados desde hace tiempo en gavilla y que habían cometido varios crímenes que se hallaban impunes. Uno de los cómplices es un comisario de policía que está preso. La indagación ha descubierto que en el mes de julio la gavilla hirió gravemente al vecino Juan Pérez, poco después a Eusebio Guerra y luego al infeliz ex sargento Cayetano Medina, cuyo estado de gravedad es alarmante” • Vida y muerte del sargento Medina. Seguramente el sargento Medina puede haber descubierto las andanzas de la gavilla. Estos hechos -aunque menor envergadura- constituyen el reverso de los de 1910 en que los sirio libaneses fueron víctimas. Pero los crímenes de 1899 resultaron siniestros al decir de la prensa: “El sistema empleado por la gavilla consistía en herir a los vecinos dentro de la propia casa que tienen en ésta, como medio de cancelar cuentas que tienen pendientes. Desde anoche el juzgado trabaja activamente”. Lamarque tomó 20 declaraciones y esperaba descubrir otros crímenes. Y mientras en Patagones se alistaba el vapor Limay, ya cargado con los muebles y expedientes del Juzgado Letrado, el sargento Medina se agravaba por falta de médico. Su agonía se precipitó. El 14 de octubre murió pero quedó insepulto por varios días en la esperanza de que algún medico llegara para la autopsia. Pero ya mismo empezaba el drama de los sirio libaneses: noticias de Limay (hoy Cipolletti) del 18/10/1899 denunciaba que “dos soldados asaltaron a dos mercachifles ambulantes a inmediaciones de Alarcón, despojándolos de 350 pesos, 5 revólveres y otras mercaderías”.
FRANCISCO N. JUÁREZ | ||
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