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La gobernabilidad | ||
Algo se mueve. Con fastidio, Saiz reparó en que un riesgo de gobernabilidad se anida en el corazón y músculo del poder. Detectó el costo de sus dudas y de las concesiones en el mando. Construyó esa certeza frente al extraviado pleito entre su vice Bautista Mendioroz y el presidente del bloque, Daniel Sartor. Una convivencia perdida que afectará -se crea o se descrea- la ponderación en la cúspide del oficialismo. "No voy a permitir que afecten la gobernabilidad", bramó Saiz esta semana. Un recelo que, por momentos, transforma en despreocupación al entender que se trata de una pulseada extraña. La porfía está transparentada y el peligro está latente. Las quejas, pocas veces, llegan directamente a los destinatarios. Mendioroz y Sartor se repitieron en charlas con Saiz. Ni uno ni otro detectaron aquella advertencia. Sí, es cierto que detuvo una respuesta de Mendioroz a las críticas de Sartor en relación con que la Legislatura se transformó en un Poder de financiamiento para su proyecto político. El vice aceptó esa recomendación y demoró la confrontación pública. El mutismo alcanzó a la oposición legislativa. Nadie habló de esa denuncia. Privilegió el statu quo y se justificó en que era un embrollo político ajeno. Los conflictos se abrigan en las entrañas oficiales, considera Saiz. Además de las asignaturas pendientes, el gobierno provincial se encamina a una confrontación intestina imprevisible. Saiz lo sabe, pero no hay seguridad de que actúe. Sólo la vacilación y la fragilidad explican que dos simples y simultáneos convites gastronómicos marcaran una línea entre asistentes fieles y traidores. Hay una reacción disciplinaria en marcha y, para eso, Saiz utilizará la planteada reforma constitucional. Concurrirá al bloque oficialista, seguramente el martes o miércoles, y se mostrará en ese escenario políticamente inestable. Hablará de su intensión reformista, que es un objetivo todavía vacío de todo contenido. Hay más hechos que Saiz percibió en su erosión interna. Fracasó el impacto de sus órdenes y no puede controlar las precandidaturas. Siguen brotando. Lo habrá advertido cuando el ministro Pega llegó con su pretendida proyección. También sabe que el contador Pablo Verani atesora la suya. Asimila y descubre impugnaciones que lo alcanzan de lleno. "Las críticas a Pirincho (Vicente Pili) son para mí", plantea en su entorno, desviando las continuas condenas radicales a la gestión del mandamás del IPPV.
No hay espacio para descuidos El ministro Verani reconoció que los ingresos federales están 20 millones por debajo de la previsión provincial. La recaudación tributaria de la Nación subió en más del 30%, pero la coparticipación federal interanual para Río Negro creció solamente en un 13%. Otra muestra del perjuicio a las provincias. Frente a la escasez, el reto financiero se traslada a la negociación con la Nación, con sometimiento o con gestión. El gobierno prefiere denominarla "Concertación". Sea cual fuere el nombre, el resultado es igualmente esquilmado. El gobernador se quedó en Capital Federal y no participó del vuelo inaugural del servicio regular entre San Pablo y Bariloche. "Tiene audiencia con la presidenta", confesó el ministro de Turismo, Omar Contreras. También existían gestiones para reunirse con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Ni una ni otra. Esas posibilidades se trasladaron para esta semana. Cualquier diálogo servía para ordenar ideas en el dilema de las retenciones y de las lealtades en el complicado mundo kirchnerista. No pudo abrir otras puertas y Saiz se mantuvo aferrado al persistente diálogo con el secretario de la Presidencia, Oscar Parrilli. Del vicepresidente Julio Cobos se distancia cada vez que el mendocino se aleja del gobierno nacional. El rionegrino no tiene dudas en su alineación K. Sólo caerá en la turbación si Kirchner abandona a sus socios radicales. La perplejidad alcanza al gabinete provincial cuando los hechos delatan que la fidelidad política de Saiz no tiene correlato en las respuestas K. Ayer, en el Congreso, el jefe provincial ratificó su fe nacional: su diputado -Hugo Cuevas- sumó quórum y votó en favor del proyecto oficial. En cambio dos sucesos de la última semana actualizan crudamente aquel dilema de entrega y de abandono. Primero. Aun los anuncios gubernamentales, el secretario Javier de Urquiza no llegó al Alto Valle para respaldar el Programa Frutícola. La postergación se explicó en que la Casa Rosada desactivó -por ahora- el financiamiento acordado para el sector. Segunda. Tampoco pudo concretarse el desembolso de 10 millones que la Nación había prometido por sequía y por cenizas volcánicas para Río Negro y Chubut. Saiz habló esta semana reiteradamente con el ministro Florencio Randazzo, pero sólo renovó promesas. Mario Das Neves ya logró su aporte después de su enojo público y de una reunión con la mandataria. El impulsor de esos subsidios fue Cobos. Aún sin logros, la misión del rionegrino tendrá seguramente más éxito que la del vice, excluido hoy de los despachos de decisiones. El oficialismo deambula en distracciones internas y sigue abrumado por la intervención partidaria. El PJ construirá su estrategia a partir de la interna de hoy, que ubicará a Carlos Soria en el control del partido. El tiempo marcará quiénes y cuántos se sumarán al proyecto. Hace una semana, el intendente se reunió con Julio Arriaga y acordaron revisar acuerdos después de la elección de hoy. Soria no pudo contenerse y repitió el miércoles críticas a los actuales socios del justicialismo. Con motivaciones aún inciertas, Arriaga se encuadró y votó al kirchnerismo después de días de militancia en el sector disidente de Felipe Solá. ¿Actualizó creencias? ¿Servirán en el cuadro que impondrá Soria en Río Negro? El trayecto del roquense no ofrece dudas. No lo oculta: quiere la conducción del PJ para su candidatura a gobernador del 2011. Un andar que mantendrá un común denominador: un feroz cuestionamiento al oficialismo. El radicalismo se concentró, en la faz jurídica, en su disputa con la intervención de la UCR. En lo político sí se conoce de un encuentro entre el "suspendido" Pablo Verani y el presidente del Tribunal de Conducta de la UCR, Hipólito Solari Irigoyen (que además se proyecta para presidir la próxima Convención). El órgano disciplinario evalúa y resolverá el destino partidario del senador y de Saiz. Verani prometió lo posible y lo imposible, pero el Comité Central cree en acciones y, por eso, el desenlace dependerá de lo que el ex gobernador vote en el Senado en el proyecto de retenciones.
Hay otros ciclos en el gobierno y en la política Las imposturas y las conjeturas ceden territorios a las verdades y las certezas.
ADRIÁN PECOLLO | ||
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