Jueves 03 de Julio de 2008 Edicion impresa pag. 46 > Deportes
OPINION: La ruleta del fútbol, un enorme capricho

Era esperable. La Argentina dirigida por Alfio Basile cayó de esa nube engañosa que la ponía en el primer lugar del ranking mundial de selecciones de la FIFA. Pero el nuevo ranking la bajó inclusive del podio y lo ubicó en un inesperado y lejano sexto puesto, ahora superada por España, Italia, Alemania, Brasil y Holanda. Es cierto, la disputa de la Eurocopa significó muchos puntos para las selecciones del Viejo Continente y Argentina, en sus dos últimos partidos, apenas recogió empates. Pero más cierto es que ese primer puesto que se mantuvo algunos meses no iba en línea con el nivel de juego de la selección.

La ruleta del fútbol, se sabe, es un enorme capricho. Luis Aragonés era un técnico en el ocaso, defenestrado, despedido de antemano y con su cabeza en la guillotina, lista para la ejecución final, si España volvía a fracasar en la Eurocopa, más aún después de resistir a pie firme la presión mediática para que llevara al torneo al mítico capitán de Real Madrid, Raúl. Pero España fue un campeón brillante y hoy Aragonés recibe hasta los plácemes de los Reyes de España, es otra vez un "sabio" y ya nadie le achaca limitaciones tácticas ni su temperamento a veces irascible.

La contracara fue Italia. Fue la única que jugó casi de igual ante la notable España y sólo cayó en los penales. Es decir, un penal más, un penal menos, decidió el despido de Roberto Donadoni, aún cuando la Federación de ese país también tenía casi decidido antes del torneo el retorno de Marcello Lippi, campeón en el Mundial de Alemania.

Eso sí, si Italia hubiese tenido más puntería en esos penales y luego, como se preveía, superaba también a Alemania en la final, el despido de Donadoni hubiese sido imposible, porque su situación no era la de Aragonés, quien ya había avisado antes del certamen que no seguiría en el cargo. Típico de Italia, también debe aceptarse que podría haberse ido de la Eurocopa en primera rueda, si el rumano Adrian Mutu no fallaba un penal.

La Italia de Donadoni jugó como la de Lippi, en rigor, como siempre juega Italia: al contragolpe. La gran diferencia respecto del Mundial 2006 fue que faltaron individualidades como Cannavaro y Totti. España, en cambio, tuvo en el Mundial y en la Eurocopa a Aragonés. Pero no tuvo a Raúl, jugador mítico, pero que le daba más lentitud al ataque. Además, España jugó a tener la pelota, a cuidarla, mimarla, pasarla de uno a otro jugador y jamás tirarla a dividir y mucho menos a la tribuna. Pero la mayor parte de sus goles llegaron de contragolpe. Es decir, cuando sorprendió desarmada a la defensa rival.

¿No se trata acaso de dos buenas lecciones para que las tenga en cuenta la selección de Basile? Argentina también juega a tener la pelota. Pero su toque parece por momentos una señal de impotencia de desequilibrio ofensivo. La circulación se hace por momentos demasiado lenta y su as de espadas, Lionel Messi, queda sin espacios para imponer su vértigo y habilidad. Tener la pelota no significa renunciar al contragolpe, un arma mortal en el fútbol moderno, donde no se regala siquiera un milímetro.

El segundo punto de análisis que deja la victoria española es la renuncia de Raúl. Claro, si España hubiese quedado eliminada hoy todos hablarían de que Raúl podría haber aportado la clase y frialdad para avanzar a la final. Pero España fue campeón y nadie pide ahora a Raúl, más aún luego de que David Villa y Fernando Torres fueron la mejor delantera de la Eurocopa. ¿Se animaría Basile a desprenderse de jugadores míticos? La pregunta, no hay que eludirlo, tiene nombre y apellido: Juan Román Riquelme.

Si el crack de Boca retomara su viejo nivel podría tratarse de una pregunta inútil. Pero Riquelme no sólo es indiscutible en la selección mayor, sino también en la que irá a los Juegos de Pekín. ¿Lo merece? Su nivel no es el mismo, pero, además, desnudó conflictos internos en los últimos tiempos, en Boca y en la selección. ¿Tan indiscutible se ha tornado Román?

EZEQUIEL

FERNÁNDEZ MOORES

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