Jueves 03 de Julio de 2008 Edicion impresa pag. 51 > Cultura y Espectaculos
MEDIOMUNDO: Videogame

La vida también puede ser un videojuego. Tan convencido estoy de mi hipótesis que este lunes me hice un tiempo para escribir y mandar un guión a un concurso organizado por el suplemento de "Next" del diario "Clarín". No conservo mayores pretensiones de parte de mi humilde historia que es -si- autobiográfica y cualquier parecido con la vida real está lejos de ser una mera coincidencia. Periódicamente, sobretodo los domingos, me siento el protagonista de un videogame. El personaje que debe sobrevivir hasta el final de la aventura.

Brevemente, así es como se desarrolla el argumento: dos padres tienen la misión de que sus 4 hijos atraviesen exitosamente una jornada que comienza muy temprano por la mañana y termina a la noche. La clave del juego es lograr que a eso de las once cada pibe se quede en su cama roncando (si no roncan podrían estar despiertos y salir corriendo). Los padres encuentran minuto a minuto enormes dificultades para llevar a cabo su cometido. Los pibes se las traen y sus edades no hacen las cosas más sencillas: Mija, de 11, se viste como ninja y actúa en consecuencia; More, de 8, tiene "onda" científica y es capaz de armar una bomba atómica en sus cuarto; Lion, de 6, usa una armadura de guerrero medieval y con eso lo digo todo, y, finalmente, Gugu, el bebé de 8 meses, que gatea, anda en pañales y es el más impredecible del grupo.

Los padres deben levantarlos, vestirlos, darles el desayuno, mandarlos a la escuela, hacer la tarea con ellos, recibirlos, llevarlos de paseo, y así hasta la hora de dormir. Las actividades hay que realizarlas en tiempo récord y en forma (nada de acostarse con los dedos de los pies llenos de barro, por ejemplo). Pero, obvio, los chicos corren por toda la casa, desordenan lo que la empleada o los progenitores acaban de limpiar con santa paciencia, se ensucian la ropa justo antes asistir a un cumpleaños, saltan de acá para allá como pulgas. En fin, un maravilloso infierno cotidiano.

Imagino incluso que los padres poseen herramientas fantásticas para contrarrestar el ingenio maldito de sus hijos: un secador de pelo contra una pistola lanza crema de torta de More, la tapa de un basurero para defenderse de los muñecos que le tira por la cabeza Lion. Como verán hay bastante de estrategia, fantasía y acción en mi idea. También de realidad.

Hace cosa de un año conocí a una pareja de agradables españoles que habían logrado alimentar y criar ¡11 hijos! Varios de los cuales todavía vivían con ellos. Se veían felices, se los concedo. Un día ella me comentó que en los años más duros, cuando todos eran bastante pequeños, el único momento en que realmente los disfrutaban era cuando estaban dormidos. Ambos iban pieza por pieza observando como sus angelitos se divertían en la tierra de los sueños.

Si somos capaces de improvisar el guión de un videogame, tanto como el argumento de una telenovela, de una película o un libro, es porque tal vez -y sólo tal vez- somos el juego de alguien más. Vidas escritas en tinta invisible que se manifiesta en el movimiento de las piezas.

Lo cierto es que ha vivir, o a jugar el juego de la vida, sólo se aprende viviendo. La experiencia de un día pasado nos ayuda a resolver el acertijo presente. No está ausente de tristeza el hecho de saber que al final perderemos. Al parecer hay un sentido para la materia que nos toca manipular. Una responsabilidad evidente. Sin embargo, los fundamentos pasan por sobre nuestras cabezas y la verdad se nos escapa. Somos un libro leyendo otro libro. Si tan sólo pudiéramos conocer la trama de nuestra película, el carácter de su argumento, nos serviría de consuelo y ayuda.

Supongo que pedir tantos datos es demasiado para el autor de este guión. He aprendido que a veces ciertos pequeños actos mágicos, como los llamaría Alejandro Jodorowsky, pueden bosquejar pistas donde no hay nada. Una flor lanzada al viento, la borra del café, una carta sacada al azar del mazo de Tarot, el aroma que surge cuando pensamos alguien.

La búsqueda es el más obvio y el más complejo de los destinos.

CLAUDIO ANDRADE

candrade@rionegro.com.ar

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