Jueves 03 de Julio de 2008 Edicion impresa pag. 53 > Cultura y Espectaculos
Las dos vidas de Franz Kafka
De mañana trabajaba en una aseguradora en Praga. A la noche, cuando volvía a casa, escribía sus historias.

HAMBURGO (DPA) - Tres imágenes de la casa de campo de Goethe: Una bordada con esmero por Felice Bauer, prometida dos veces con Franz Kafka. Otra dibujada con meticulosidad por Max Brod, amigo del escritor y quien incumpliría su testamento publicando sus obras. Y otra del propio Kafka, sin esmero ni meticulosidad, sino extraña y de algún modo inquietante.Kafka causa turbación con sus dibujos, con la expresión seria e intensa de su rostro en las fotografías, pero sobre todo con su literatura.

Hace 125 años, el 3 de julio de 1883, nació en Praga, y murió a los 40 años en 1924. El sosiego no formaba parte de Kafka.

"Los lectores de literatura cómoda no lo tienen fácil con Kafka", afirma el especialista y editor Klaus Wagenbach, para quien sentirse a gusto no tiene por qué ser tarea de la literatura. Eso mismo pensaba Kafka. "Si el libro que leemos no nos despierta con un puñetazo en la cabeza, ¿para qué lo leemos? (...) Un libro tiene que ser el hacha para el mar congelado en nosotros", escribió en una carta. Y Kafka nos dejó muchas hachas.

"La metamorfosis" por ejemplo, en la que Gregor Samsa se despierta convertido en un insecto. O "La condena", escrito en una sola noche, en la que un padre sentencia a su hijo a morir ahogado. Kafka inventó al mono que relata su conversión en humano. Y escribió historias breves, comprimidas y que sacuden al lector, como la frase: "Una jaula salió en busca de un pájaro".

La vida de Franz Kafka, el hijo mayor de una familia de comerciantes judíos, estuvo marcada por el negocio familiar, en el que se vendían paraguas, bastones, guantes y otros productos "galantes".

Les dio para vivir y para ascender socialmente. Pero Kafka se sentía atrapado en esa vida. Su cama y su escritorio estaban en una habitación de paso entre la sala y la habitación de sus padres. Sus tres hermanas compartían otra habitación.

Después de la escuela, Kafka estudió derecho. Durante un tiempo incluso tuvo a mano la liberación, con planes de estudiar filología alemana en Munich. Pero se quedó en Praga y con sólo 23 años se convirtió en doctor en derecho. Para entonces ya había empezado a escribir hacía tiempo "Descripción de una lucha" y otros textos.

En 1908 publicó sus primeros textos en prosa en una revista, en 1912 escribió "La condena" y "La metamorfosis" y en 1913 el volumen "Contemplación". A la vez hacía carrera como jurista en una aseguradora.

Tuvo dos vidas: de 8:00 a 14:00 se ocupaba de accidentes de trabajo en fábricas y en las formas de evitarlos. Promovió el uso de tornos redondos en las máquinas de carpintería en vez de los peligrosos de cuatro cantos y luchó con los dueños de las fábricas que no cumplían con las condiciones de la aseguradora.

Y en la noche, cuando la casa por fin estaba en calma, escribió sus historias. Cuál de las dos vidas era la auténtica para él estaba claro, pero nunca pudo hacérselo entender a sus padres.

"Tenía conciencia de que vivía en la lengua. La lengua fue por así decirlo su oxígeno, su material de vida", asegura su biógrafo Reiner Stach. Escribir era su trabajo, casi una adicción.

Escribir cartas fue su manera de amar a Felice, pero sufría a la vez por la posibilidad de tener que dejar de escribir si se convertía en marido y padre con una existencia burguesa.

Un escritor "nunca debería alejarse del escritorio si realmente quiere alejarse de la locura, tiene que aferrarse con los dientes", escribió.

 

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