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	El cabo primero es el único imputado.

NEUQUÉN (AN)- Después de 14 audiencias en las que declararon 70 testigos, el juicio por el asesinato de Carlos Fuentealba llega a uno de sus momentos culminantes: hoy la fiscalía y la querella pedirán la condena a prisión perpetua del único acusado, el cabo primero José Darío Poblete. Mañana la defensa reclamará su absolución.

De esta manera terminará la etapa oral del juicio que comenzó el 4 de junio. El martes 8 de julio la Cámara Criminal Primera dará a conocer la sentencia. Todo el tramo del debate que se inicia hoy podrá ser transmitido en directo por los medios de comunicación.

Para sostener la acusación contra Poblete, los fiscales Alfredo Velasco Copello y Sandra González Taboada y el querellante Gustavo Palmieri, se apoyarán en los testimonios escuchados durante el juicio y las pericias realizadas en el contexto de la investigación (ver infografía).

A muy grandes rasgos dirán que el 4 de abril de 2007, mientras una columna de docentes se retiraba de Arroyito tras ver frustrado su intento de realizar una protesta por la gran cantidad de policías, Poblete disparó con su escopeta lanzagases (llamada Pistola Federal) número 01117 hacia el Fiat 147 en cuya parte posterior viajaba Fuentealba. El proyectil impactó en la cabeza del docente y le provocó las gravísimas heridas que ocasionaron su muerte al día siguiente.

A criterio de la acusación, Poblete estaba a menos de 7 metros de distancia del Fiat 147 cuando efectuó el disparo y apuntó hacia el blanco.

El hecho motivó que la caravana docente se detuviera para auxiliar al herido e increpar a los policías, que formaron un cordón sobre la ruta 22. Poblete, integrante del Grupo Especial de Opera

ciones Policiales (GEOP) de Zapala, estuvo allí unos momentos y luego, en un procedimiento irregular, se ocultó en el interior del móvil del GEOP Cutral Co, estacionado allí cerca.

El ataque contra el Fiat 147 se produjo instantes después de que el conductor del vehículo, en su afán por escapar del encierro al que los móviles policiales sometían a la caravana, rozara a un oficial y le pisara el pie a otro. El subcomisario Aquiles "Cobra" González, jefe en ese entonces del Departamento Especial de la Policía (Despo) ordenó "paren a ese vehículo".

Muchos docentes vieron al policía que disparó, ubicado detrás y a la derecha del Fiat 147, pero sólo una, Marcela Roa, reconoció a Poblete sin dudar. Otro que dijo haberlo reconocido fue Hernán Ulloa, aunque recién lo declaró en el juicio y por los dichos de otro testigo existe la posibilidad de que se haya confundido. También apareció a última hora una estudiante, Alejandra Meraviglia, con la versión de que lo había reconocido.

Luego de las 14 audiencias quedó la fuerte sensación de que muchos policías no contaron todo lo que saben. Hasta es probable que más de uno haya visto y reconocido al autor del disparo mortal, pero se cuidaron de decirlo.

Algunos llegaron al absurdo de declarar que jamás habían hablado del hecho con sus camaradas, cuando se sabe que durante semanas -si no meses- fue tema excluyente de conversación dentro de la Policía.

Pero al mal entendido espíritu de cuerpo que suele regir la vida de las fuerzas de seguridad se agregaron dos factores: que los grupos especiales son una especie de cofradía que opera como una policía dentro de la policía sin reconocer a otros jefes que los propios, y que para un uniformado el peor enemigo es -como declaró el ex oficial y ahora docente Alberto Gualetto- el Poder Judicial.