FERNANDO BRAVO
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"Sobre llovido, mojado". Es una frase común pero efectiva, que resume en este caso las sensaciones sobre el presente y futuro del complejo de deportes de invierno Cerro Chapelco.
Para empezar, la nieve demorada ya despierta comentarios en clave de incertidumbre. Nieves del Chapelco se gastó una millonada: nuevos medios de elevación, nuevos pisapistas y cañones para inducir nieve. Todo muy austríaco y muy moderno, pero si no hay frío, humedad y un poquito de nieve natural en combinaciones adecuadas, nade de eso garantizará un cerro funcionando a pleno.
Sin embargo, ese es apenas el problema inmediato. En efecto, la negociación por la titularidad de las tierras de cerro Chapelco, entre la provincia y las comunidades mapuches en la montaña, entró en una zona gris inquietante. Como se sabe, aún resta definir la entrega de títulos del lote 69 A, que ocupa el corazón del complejo de esquí y es la llave para abrir el futuro del cerro. Ya se ha dicho desde esta columna, que mientras la demanda de las comunidades continúe irresuelta no podrá avanzarse seriamente en la renegociación de la concesión, porque estará en riesgo el desarrollo del complejo y el pretendido emprendimiento inmobiliario, básico para que los números del negocio cierren a largo plazo pero inviable sin el consentimiento mapuche.
El ministro de Gobierno, Jorge Tobares, ha venido piloteando una negociación sobre el particular, pero las cosas se han desmadrado en las últimas semanas. Para empezar, la comunidad mapuche Vera no quiere saber nada de recibir un título "agujereado" con el recorte de las propiedades de terceros (clubes, particulares), que también están asentados en Chapelco desde hace años.
El gobierno ha ofrecido una compensación por desafectar esos predios, pero los Vera exigen el título por la totalidad indivisible e inalienable del lote, y exhiben la reforma de la Constitución Nacional del 94 como fundamento. Así parece difícil un acuerdo, porque se le exige al gobierno que resuelva en nombre de privados que también tienen derechos adquiridos en la misma tierra. Podría ser un caso testigo para el análisis de los constitucionalistas.
Luego, los Curruhuinca -vecinos de los Vera- se animaron a más. Reinterpretaron los límites internos y las mensuras del lote 69 A y ahora quieren "compartir" con los Vera la propiedad comunitaria de ese predio, que es lo mismo que compartir el corazón de la concesión y de los dividendos que surjan por el usufructo de las tierras mapuches. Recuérdese que Tobares (antes lo había hecho Sobisch) ya ofreció un canon con ese fin.
Pero los Vera rechazan las pretensiones de sus vecinos originarios y otra vez demandan al gobierno que dirima un asunto delicado entre comunidades, que no le pertenece. Es probable que ese aspecto del conflicto termine en los tribunales.
Como fuere, hay densos nubarrones en el horizonte. Y no son de los que traen nieve.