Sábado 28 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 35 > Sociedad
La incómoda espera de estar "desconectados"

De pronto el mundo parece haberse detenido. Alguien -¿quién sabe su nombre?- ha puesto el interruptor en "off". Y aunque la luz no se fue, nos vemos obligados a andar a tientas en pleno día. Hemos perdido la brújula que marca la pautas de muchos de nuestros actos cotidianos: internet se cayó. El universo mágico de las comunicaciones digitales no abre, no importa cuánto llamemos a su puerta.

Entonces la transacción en línea con nuestra tarjeta de crédito que estábamos realizando se queda a mitad de camino. La radio que teníamos prendida deja de hacerse oír desde los parlantes del computador. La búsqueda en Google de un dato detrás del cual andamos se mantiene pedaleando en el aire y el rectángulo que marca el avance de la página en la pantalla no pasa jamás de la mitad. Dejamos de recibir mails y no tenemos a ningún amigo conectado en el chat.

La existencia virtual se ha transformado en una sábana blanca incapaz de reflejar nuestra neurosis. Es más, horas después, no pocos integrantes de esta sociedad comienzan a percibir los primeros síntomas de abstinencia.

¿Piensa volver internet algún día?, grita el chico que estaba hipnotizado por los juegos gratuitos de Súper Mario y ahora se ha quedado en la vereda, obligado a mirar sus autos de juguete con el cariño de otras épocas y de otras generaciones.

El sueño del escritor William Gibson, autor de "Neuromancer" y del concepto de ciberespacio, es una realidad, el futuro es hoy. Ahora mismo.

Somos animales pensantes y "tecnofanáticos" que pasamos una parte sustancial del tiempo moviéndonos en las cálidas aguas de la no-materia. Un espacio donde convergen imágenes, sonidos y hasta las texturas visuales que carecen de solidez. Su dinamismo es sólo comparable a su fragilidad. Fácil llega, fácil se va.

Más allá de la utilidad de lo que hacemos con internet, sin internet ya no somos. O al menos buena parte de la sociedad contemporánea no se acepta a sí misma desconectada. Es como caer de un sueño. Como tropezarse. Mientras internet juega a las escondidas un fastuoso "todo" debe esperar hasta nuevo aviso. (C.A.)

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