ROCA (AR).- El robo de un caballo dejó sin sustento a una familia de la zona rural de esta ciudad y puso al descubierto la ausencia de controles para impedir la faena clandestina.
El animal desapareció el domingo por la tarde cuando estaba pastando en cercanías a la chacra donde habita la familia damnificada. Desconocidos lo interceptaron y se lo llevaron arreándolo. "Apenas noté su ausencia salí a buscarlo pero los rastros se borraron con el paso de los autos y pronto se hizo de noche. No tuve suerte de encontrarlo antes de que lo mataran", lamentó su dueño, Mario Cejas.
Luego, la incertidumbre de los días posteriores se hizo insoportable para todos, ya que "no sólo era nuestra mascota, sino un miembro más de la familia y nuestra fuente de trabajo", manifestó Cejas. "Yo lo ataba al carro para salir a juntar podos, limpiar patios, traer leña y hacer fletes", explicó.
Las horas corrían, el caballo no aparecía y "como las autoridades no nos ayudaban salimos a buscarlo por nuestra cuenta". Fue así que llegaron a un domicilio particular de barrio Malvinas, donde se estaba comercializando la carne del animal "a cinco pesos el kilo y a 80 los dos costillares, lo reconocimos por el color de los restos del cuero", precisó Cejas. El hallazgo fue un duro golpe para el pequeño Nahuel, de 11 años, hijo del matrimonio, para quien el caballo "era un amigo, era manso por eso se fue con ellos", balbuceó el niño al borde del llanto.
El hecho desnudó no sólo la compleja situación familiar, sino también la falta de controles contra la faena clandestina, que concreta sus ventas en los barrios periféricos de la ciudad.
Según pudo averiguar el padre, la actividad sigue en marcha. "Supimos que en las 250 están ofreciendo carne para el sábado, o sea que ya tienen otro potro en vista", advirtió.