Personalidades diferentes, estilos parecidos.
El gobernador Miguel Saiz monitorea atentamente el incierto manejo presidencial en el conflicto del campo. Lo preocupa y asimila experiencia.
El rionegrino se diferencia en formación política y concepción de poder de la presidenta Cristina Kirchner y de su esposo, Néstor. Saiz creyó en el modo y en las formas del gobierno kirchnerista y lo potenció con lo propio. Confió en la liberación de lazos partidarios y, entre otras similitudes, concentró el poder a partir de la carencia de debate.
Ni uno ni otro gobierno registran reuniones de gabinete. Todo se reduce a las inquietudes que maquinan en la soledad o en grupos demasiado reducidos.
Aun cuando la discusión no se garantizara con encuentros de gabinete, por ser sólo un instrumento, Saiz no ofrece otro y el resultado se advierte.
Si se presenta, Saiz no evita el debate, pero tampoco lo facilita y, menos, lo motoriza. Sobran ejemplos de ministros de hoy y ayer que acopiaron quejas por esa carencia. Francisco Buzzo abandonó su cartera de Salud con la oportunidad de dos audiencias con el gobernador. Su gestión se extendió por un año.
Tal escasa interrelación explica que pocos transmitan sus íntimos pensamientos. Sólo algunos lo contradicen o llegan con conflictos. Cada funcionario o dirigente habla, interpreta y actúa por sí. Saiz se siente cómodo.
Esa privación se multiplica afuera del gobierno.
En su mensaje legislativo para su segunda gestión, el gobernador incluyó una docena de alusiones de mayor apertura. Era un distintivo de nuevos tiempos. La ofrendó en varios enfoques: "Aunar voluntades y esfuerzos", "buscar coincidencias", alentar "espacios de concertación y consenso", propugnar "políticas públicas concertadas", y "un diálogo franco y directo".
Seis meses después poco se hizo en el rumbo prometido. Casos aislados. Ciertas reuniones con intendentes y el reciente anuncio de la evaluación para la reforma constitucional. Una idea de exploración que adoptó cierta forma últimamente.
Aquella promesa se contradice en el persistente rechazo del gobierno al diálogo que le requiere ATE. La última semana, Función Pública formalizó
esa negativa en Trabajo y argumentó que tal espacio está asignado al gremio UPCN. Palabras y hechos.
Cualquier organicidad y coordinación gubernamental favorecen la ejecución de las políticas. Instalada en Río Negro, la crisis habitacional replica insolvencias estatales. Bariloche muestra el escenario más complejo por la disputa entre los adjudicatarios y ocupantes de las 120 viviendas. Tomas y barrios carenciados de Cipolletti, Viedma y Roca multiplican iguales temores públicos.
La primera mirada recae en el IPPV, pero las culpas se extienden y ahora alcanzan a los intendentes; algunos conscientes, otros turbados.
Saiz replica cada cuestionamiento al IPPV. Defiende a su amigo, Vicente Pili. Esta impermeabilidad derivó en que ya nadie insinúe ese cambio. En todo caso, Pili será quien se vaya, pues volvió recientemente con ese viejo planteo al gobernador. Pero nada será inminente y, por eso, Saiz habilitó otros caminos.
El primero y segundo del bloque oficialista, Daniel Sartor y Adriana Gutiérrez firmaron un proyecto para la creación de un Fondo de Tierras para que los municipios compren lotes. El origen de los recursos es difuso porque quedan supeditados a los aportes de la provincia y la Nación. Ya una iniciativa de Fabián Gatti propone un fondo similar, salvo que asignó un porcentaje específico del presupuesto provincial.
Otro borrador -que elabora Adrián Torres- buscará unificar los planes habitacionales, que siguen dispersos entre el IPPV, Casa Rionegrina y Familia (plan Habitar). Un plan análogo caducó hace dos años después de que el oficialismo nunca lo trató en segunda vuelta.
Esa iniciativa servirá para introducir orientaciones. Pili seguirá pero con lineamientos. "Esa visión es una simplificación", aclaran en el oficialismo. Son cuidadosos porque saben que ese boceto naufragará en el escritorio de Saiz si detecta tal objetivo.
Pili igual está interesado en nuevas herramientas y protagonistas. Observó que las perspectivas son complicadas. El IPPV avanza en licitaciones, pero la Nación sigue sin enviar fondos. Los tres barrios de Viedma y únicos del Federal II en ejecución siguen construyéndose con transferencias provinciales, que superaron los 6 millones de pesos. Los desembolsos llegarán finalmente pero ese persistente atraso debilita la única política habitacional a la que apostó el gobierno de Saiz.
Un equipo fragmentado donde las prioridades edilicias de Educación no son las mismas que de Obras Públicas, o que los objetivos de Producción y de Turismo no se parecen a los de Hacienda. Ni hablar de las líneas cruzadas entre Gobierno y la Secretaría General. El debate interno corregiría esa segmentación.
Saiz se involucra realmente cuando la cuestión le interesa o el conflicto de los suyos llega a su despacho. Ambas condiciones reunió el préstamo logrado con el BID por casi 59 millones de dólares para el programa educativo. Se ocupó y, esta semana, Río Negro atesoró su aprobación internacional.
Pocas veces, el gobernador puso tanta atención y gestión, pues confía que su efectiva puesta en marcha dejará el resultado más positivo de sus mandatos. También tuvo que limar diferencias entre los equipos de César Barbeito y el mandamás de la Unidad Ejecutora, Oscar Gómez. En Washington, Saiz recién estableció límites para uno y otro en el proyecto de 200 millones de pesos. Educación (conjuntamente con Obras Públicas) actuará en proyectos y preadjudicación de obras, mientras que la Unidad Ejecutora tendrá el gerenciamiento de las licitaciones.
Toda la negociación con el BID se caracterizó por esa pulseada. Miembros del BID plantearon al mandatario que se debían clarificar los roles frente a los riesgos que se advertían.
Errores de conducción ocultos en las bonanzas económicas del país. Desaciertos que sí quedarán desnudos frente a perspectivas más inciertas.
ADRIÁN PECOLLO
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