Cristina Fernández no gana para sustos. Sus amigos, en vez de ayudarla le están embarrando la estrategia que intentó aplicar desde que envió el proyecto de retenciones móviles al Congreso.
Mientras la presidenta parecía apuntar con sus últimas manifestaciones públicas a fortalecer la tolerancia, a partir de un diálogo que totalice, tratando de dejar de lado el "ellos" y el "nosotros" y la división entre "buenos" y "malos" que tanto irrita, Luis D'Elía primero habló de armarse en defensa de la Patria y ahora, Hebe de Bonafini acaba de decir que los ruralistas, sus "enemigos", hubieran merecido "palos y gases".
Si algo leyó muy bien Cristina cuando decidió hacer la jugada legislativa fueron las encuestas sobre su responsabilidad en la pelea con el agro y sobre todo las motivaciones de los opinantes referidas a su propia persona.
En el medio, las declaraciones de Luis D'Elía le dieron a Cristina el penúltimo dolor de cabeza, situación que contribuyó a esmerilarla un poco más, hasta que el propio Néstor Kirchner tuvo que salir a negar públicamente alguna cercanía.
Y ahora, después de que la presidenta misma rindiera homenaje a las Madres de Plaza de Mayo, lo que le permitió rebautizar la "Plaza de Perón" como "la Plaza de todos", es su titular la que vuelve a imponer públicamente la línea de la confrontación y la que la desubica con estas desafortunadas e irritantes expresiones. (Hugo Grimaldi/DyN)