JOHANNESBURGO/HARARE (DPA) - Parece que en Zimbabwe, el presidente Robert Mugabe se atiene a la sabiduría de un viejo refrán africano: los perros ladran, pero la caravana continúa. Pese a las protestas internacionales, se empeña en celebrar unas elecciones que no lo son en realidad.
El octogenario político está decidido a conseguir su objetivo: asegurarse un nuevo mandato seudolegítimo mediante unas elecciones que lo tendrán como único candidato.
Sin embargo, tras 28 años en el poder, Mugabe está adquiriendo cada vez más la imagen de un déspota brutal que quiere perpetuarse en el poder que la de un héroe de la guerra de independencia con la que impresionó durante años a sus vecinos africanos. Éstos se toman la crisis cada vez más en serio.
El tono se está elevando más y más en la región. La situación en Zimbabwe está casi fuera de control, afirman preocupados los vecinos de ese país. Prueba de este giro es que los países de la Comunidad de Desarrollo del África Austral (SADC), reunidos en una sesión de crisis en Swazilandia, exigieron un aplazamiento de la segunda vuelta de las elecciones debido a la grave situación del país.
Los Estados vecinos ven en la crisis de Zimbabwe un peligro acechante para la estabilidad regional. La pobreza masiva significa éxodo masivo, y debido a la escasez de recursos esto crearía problemas con los habitantes del país de acogida: tanto en Botswana como Zambia, Mozambique o Sudáfrica, donde ya en mayo estalló una oleada de violencia xenófoba.
Los observadores esperan que en vista de la descontrolada situación, si Mugabe se autoproclama presidente no sólo obtenga el rechazo de Estados Unidos y la Unión Europea, sino también de los países vecinos. El primer ministro británico, Gordon Brwon, anunció ayer un endurecimiento de las sanciones, pero si los países vecinos aíslan Zimbabwe, el resultado sería más significativo que en el caso de un país lejano.
El tozudo dictador apenas puede dar respuestas a la profunda crisis en que se encuentra el país. Según los economistas, este país antaño considerado modelo no podría caer más bajo.
Pero Mugabe demuestra una y otra vez que sí es posible.
En amplias zonas del país, en hambre crónico y la hiperinflación han hecho que el trueque sustituya al comercio.
Hasta ahora, gran parte de la población sobrevivía por medio de ayudas y remesas de los zimbabwenses que viven en el extranjero, que siguen con preocupación el desarrollo de la situación.
Según su rival, Morgan Tsvangiarai (ganador de la primera vuelta), Mugabe parece poseído por el deseo de humillar, amenazar y chantajear a la oposición siempre que se presente la ocasión. Ayer, abandonando su refugio en la embajada holandesa, reiteró la exigencia de que se estacionen tropas de la ONU en el país e instó a los políticos de África a actuar. Los observadores hablan de una caza de personas que ha obligado a huir o pasar a la clandestinidad a muchos líderes del opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MDC).
Desde la primera ronda de los comicios, en marzo, han sido asesinados al menos 86 opositores a Mugabe y miles resultaron heridos.