Martes 24 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 27 > Municipales
LA SEMANA EN VIEDMA: Física

En medio del frío patagónico, la ciudad recibió la última joya arquitectónica: el nuevo muelle de lanchas construido con una inversión pública de 1,4 millones de pesos. El emprendimiento suma un importante esfuerzo de fondos públicos como si fuera un disparador para mejorar la rentabilidad turística.

Evidentemente es un granito de arena a la hora de embellecer la costanera. A este sector se lo dotó con defensas costeras y mantos de césped. Los costos de casi ocho millones fueron asumidos por el DPA.

Una comitiva gubernamental encabezada por el gobernador Miguel Saiz y el intendente Jorge Ferreira recorrieron la planchada de cara al río Negro. Lejos de ser un show de simulaciones, los sorprendió la espontaneidad de gente preocupada por la contaminación del curso de agua y toda una ironía reflejada en tremendos carteles: "Auxilio, el río se ahoga" o "Las aguas bajas turbias".

Ese día, vecinos parecieron haber roto la sumisión. La iniciativa corrió por cuenta de la Asamblea de Autoconvocados por la Sanidad de los ríos Limay, Neuquén y Negro. Desde hace tiempo se están moviendo en búsqueda de respuestas luego de que la empresa Aguas Rionegrinas desactivó por fallas la planta de tratamiento de líquidos cloacales.

Suponen un riesgo. Buscan saber si el motivo de un centenar de casos diarreicos los afectó desde entonces y en consecuencia pretenden que las cosas se pongan en orden.

Los propios autoconvocados dicen no entender la indiferencia oficial y cómo se invirtió tanto dinero en obras de defensa en detrimento de la salud humana. Los descolocó que a sus domicilios llegan deudas por el servicio de agua y cloacas que -acuerdo a su sentido común de simples ciudadanos-, en parte no se cumple cuando saben que los desechos van directamente al río. Y lo peor es que cuando intentan encontrar explicaciones, la burocracia de las oficinas públicas los introduce en un laberinto que diluye sus expectativas.

La turbiedad que denuncian es de los interrogantes y la poca información en virtud de que nadie les dice -en una comunidad que se precia de integrar la red de municipios saludables- que un eventual incremento de cloro en el agua potable les provocará ulteriores trastornos en el organismo. Tampoco les causa placer las sospechas acerca de que la acción de las mareas puedan llevar los desperdicios arrojados llegue hasta sus propias narices, es decir el casco urbano.

Una ancestral idea, sobre todo ligada al mundo de la Física, pregona con que "nada se pierde, todo se transforma". Al agua, bien le cae este principio. Ciertos modos de actuar desde la función pública parecieran decir lo contrario y el reciclado del principio físico estaría ausente.

Los recursos económicos pueden ser convertirse en pan para hoy y hambre para mañana. Un simple razonamiento sostiene que la población sigue creciendo, la demanda de servicios cloacales también y en algún momento habrá que pensar a qué vaca se le apretarán las ubres para alimentar una costosa relocalización y ampliación; si es que para entonces existen las vacas.

 

ENRIQUE CAMINO

rnredaccionviedma@yahoo.com.ar

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