Jueves 19 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 52 > Cultura y Espectaculos
Sex and the city: Sólo para fanáticas
Carente de la originalidad y los excelentes diálogos que fueron parte de la serie durante seis temporadas, "Sex and the city", no ofrece nada nuevo y amenaza con desbarrancarse en más de una escena.

Es posible que los más escépticos esperaran algo como lo que la pantalla ofrece pero, seguramente, las fanáticas acérrimas de la serie que logró retratar con fidelidad e inteligencia el universo femenino, aguardaban mucho más que otro capítulo extendido a casi dos horas de duración. O quizás no, y la llegada del retrasado proyecto cinematográfico sobre las cuatro amigas en la ciudad de Nueva York, sea suficiente para colmar sus expectativas. Un síntoma de que el recuerdo es tan fuerte que todo puede ser perdonado.

Pero, más allá de eso, la película basada en la serie que lanzó la cadena de cable HBO en 1998 y se transmitió hasta el 2004, está más que alejada de la estructura original, presentando una historia anodina y sin sorpresas, en la que, hasta el toque ácido que la caracterizaba a la hora de pintar el mundo masculino desde la perspectiva del sexo opuesto, aparece en contadas ocasiones. O probablemente, el formato del programa, estructurado en capítulos de media hora de duración, no podía ser plasmado con coherencia en una historia de mayor extensión. Lo cierto es que hay algo que no funciona, algo que se extraña de aquellos tiempos televisivos.

La primera hora de la realización es, quizás, la más débil del relato. Casi como una estudiantina para adolescentes, la trama gira alrededor del casamiento entre Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) y su gran amor casi imposible, Mr. Big. Las otras tres amigas, Miranda, Samantha y Charlotte, parecen figuras de relleno en un espacio para el lucimiento de Parker (principal productora, que viene cargando con el proyecto hace unos cuantos años sobre todo ante las negativas constantes de Kim Cattrall, la encantadora Samantha). Sonríen, gesticulan y festejan cada ocurrencia de Carrie como si fuera la reina de las porristas a la que todas quieren emular y sólo su relato personal cobra importancia. Si bien la serie, creada en base a las columnas de la escritora Candace Bushnell, tenía a ella como principal protagonista en su calidad de relatora, los conflictos de las amigas transcurrían con la misma preponderancia. Cuando eso empieza a ocurrir en la segunda parte de la cinta, la cuestión cobra mayor interés, con los problemas de infidelidad, embarazo e inconformismo existencial que sufren las otras chicas del grupo. Y allí el director y guionista Michael Patrick King logra enderezar un poco el barco, brindándole algo más de carnadura a los personajes y devolviéndoles la humanidad que siempre tuvieron, más allá de las excentricidades sobre ropa, zapatos y perfumes que son un condimento indiscutido y personal del universo de las cuatro mujeres. Ingrediente que, si bien molestó a más de un crítico, no está mal estructurado con la narración pero se nota demasiado al ser los conflictos tan leves. Mucho color para anécdotas no tan interesantes.

El elenco mantiene su calidad e inclusive resuelve diálogos poco convincentes con la profesionalidad habitual y todos los componentes técnicos son perfectos en una producción de gran envergadura que seguramente no escatimó dólares a la hora filmar.

Las marcas de los diseñadores más reconocidos pasan tan asiduamente que, para el final, se pierden sin pena ni gloria como un recurso gastado hasta el cansancio. A medida que la cinta culmina y cada una de las mujeres logra resolver sus propios dilemas, con algunos momentos de emoción bien logrados donde el director logra mostrar su capacidad, aún parte de la platea femenina sigue sonriendo ante frases que, a pesar de haberlas escuchado más de una vez en la pantalla chica, continúan conformando un pedazo de sus vidas y un mito que el recuerdo sigue manteniendo vigente. Más allá de que esta parte de la historia tengo poco y nada para agregar a su ilustre pasado. (A.L.)

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