Miércoles 18 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 31 > Sociedad
Unas 280 familias viven en riesgo en casillas de madera en Viedma

VIEDMA (AV)- Malvina Díaz, la mujer de 26 años cuyos dos hijos de 4 y uno y medio murieron calcinados en una precaria casilla de madera, había recibido asistencia del Municipio. Pero la ayuda, reducida a subsidios y mercadería -alimentos, pañales y ropa- no alcanzó a mejorarle la infraestructura de su vivienda, que el domingo al mediodía se convirtió en una trampa mortal de fuego y horror.

La secretaria de Desarrollo Social, Sonia Lascano, calculó que unas 280 familias residen en las mismas condiciones de precariedad que Emanuel y Daiana hasta el día del trágico incendio. "Desde lo que está al alcance de la Secretaría no se pudo hacer más", afirma. Y aclara que la Municipalidad no dispone de materiales de construcción para poder modificar las condiciones de precariedad en las que viven estos núcleos desprotegidos.

"Solamente tenemos chapas de cartón y nailon", dice. Elementos con los que contaba la casita de Malvina y que en definitiva solamente sirvieron para hacer más voraz aún el fuego mortal. "Hace tiempo que me pregunto que más puedo hacer para dar solución a la problemática habitacional, y la respuesta no está aquí, está en el ámbito provincial y nacional", admite.

Recientemente la comuna entregó unos 100 planes Habitar En Familia, provenientes del Ministerio de la Familia, que consisten en subsidios para mejorar viviendas. "No sabemos si habrá más aportes este año, los que entregamos hace unos días correspondían al año pasado", resaltó Lascano.

Mientras tanto, las reuniones con lo ocupantes del barrio "30 de Marzo", donde residen unas 45 familias en precarias casillas como la que Malvina tenía en el Loteo Silva, continúan con miras al armado de las carpetas para que los ocupantes de esos terrenos puedan lograr la adquisición de los lotes para construir allí casas más seguras.

"¿Cambió en algo su reacción frente a estos casos, después de la tragedia?", preguntó "Río Negro". "Y sí, cómo no va a cambiar", sostiene claramente dolida. "¿Siente que el gobierno que integra la acompaña en la atención a los pobres?", se le consulta luego. Mira fijo, confundida y piensa. "Sí", responde con firmeza. Sus ojos dicen otra cosa.

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