Miércoles 18 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 24 y 25 > Sociedad
A mover el esqueleto para no sufrir
La vida sedentaria contribuye a la aparición de dolores musculares.

El estilo de vida actual, impregnado de extensas jornadas laborales y en muchos casos de tecnologías que desmantelan la necesidad de realizar esfuerzos físicos, llevan a las personas hacia un sedentarismo cada vez mayor que hipoteca la salud de la herramienta más valiosa y única: el propio cuerpo.

Hoy es frecuente que una persona esté sentada frente a la computadora 6 u 8 horas, o en un call center hablando por teléfono, ambas actividades sinónimo de una vida muy sedentaria con movimientos mínimos, lo que hace que los músculos y las articulaciones se vayan endureciendo y volviendo más vulnerables a pequeñas lesiones.

Cuando una persona no hace ejercicio, la musculatura empieza a atrofiarse y se debilita. Y de pronto, cualquier esfuerzo poco habitual -voluntario, como salir a correr, o imprevisto, como un resbalón- representará una gran exigencia para el músculo no entrenado, que empieza a doler.

 

Cuello y cintura, los más castigados

 

Ante la falta de movimiento, las vértebras de la columna se desgastan, se ponen rígidas y pierden su rango de movimiento normal: corren la misma suerte que aquellas bisagras que se usan poco.

La mayor parte de los animales son cuadrúpedos y tienen una columna horizontal, esto les da ventaja mecánica porque se distribuye la carga en forma horizontal y pareja. El ser humano al ser bípedo tiene liberadas sus manos, pero eso le representa un alto costo mecánico, porque la columna lumbar soporta toda la carga.

A su vez, la falta de actividad física y las actitudes posturales repetidas van haciendo que las curvaturas naturales de la columna (lordosis) se vayan perdiendo, lo que implica una deformación.

Por eso hay dos áreas típicas donde comienza el dolor. Una es la zona lumbar -que abarca de la cintura para abajo-, frecuentemente a la mañana al levantarse o al incorporarse luego de estar mucho tiempo sentado. La otra es la cervical (cuello), donde el dolor aparece acompañado de mareos y está relacionado no sólo con el sedentarismo sino también con el estrés y a la tensión nerviosa. La suma de estos dos factores produce la dolencia cervical que es tan frecuente, sobre todo en gente joven, entre 25 y 35 años.

"Lo que hay que saber es que todas las partes del cuerpo que no se usan se atrofian y todo lo que se estimula, mejora, y por eso la gente que no hace actividad física muchas veces se lesiona sin haber hecho un esfuerzo importante y sin que haya un evento traumático", sostuvo el traumatólogo y jefe del equipo de Cadera y Rodilla del Hospital de Clínicas "José de San Martín", Andrés Silberman.

 

Según pasan los años

 

En los chicos hay que diferenciar dos tipos de dolores de huesos, aquel que las abuelas llamaban "dolores de crecimiento", relacionado más con la actividad física de los niños y que hoy se presume está vinculado con el dolor a nivel de los cartílagos de crecimiento, y aquel producto de la falta de ejercicios. En ambos casos se debe consultar oportunamente al especialista.

Los chicos que dejaron la actividad física y pasan muchas horas frente a la tele o la PC pueden llegar a largo plazo.

"El cuerpo tiene un nivel de tolerancia bastante amplio, no obstante estos niños pueden llegar a tener problemas que van desde el dolor de columna, los trastornos de posición, de alineación y la baja tolerancia a la actividad física hasta el escaso desarrollo físico", informó el traumatólogo.

Si el esqueleto no se usa -y si se suman además otros factores-, también los huesos comienzan a debilitarse. A los 30 ó 40 años no se nota, pero posteriormente la pérdida de masa ósea se transforma en osteoporosis. Es mucho más frecuente en las mujeres, pero los varones no están exentos de ella.

"Las mujeres con osteoporosis hoy, de 70 u 80 años, son aquellas que de niñas y jóvenes no hicieron deportes, y por eso actualmente se ven tantos pacientes con la afección", indicó Silberman.

Por otra parte, la artrosis es el desgaste normal del esqueleto que todas las personas inevitablemente padecen a determinada edad, y produce básicamente rigidez y dolor. "La rigidez de la artrosis se combate eficazmente con ejercicio -señala Silberman-. Quien tiene una vida sedentaria probablemente tenga la misma artrosis que aquél que sí hace ejercicio, pero el que no practica actividad sufrirá un grado de rigidez y dolor mucho mayor."

A su vez, cuando hay un problema óseo por artrosis u otra causa, conviene un buen estado muscular, que actuará como defensa frente al dolor.

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