Miércoles 18 de Junio de 2008 > Carta de Lectores
Atavismo político

No conforme con sus esfuerzos por recrear un clima equiparable con el imperante a mediados de los años setenta, cuando el país era un campo de batalla entre facciones terroristas de una variedad desconcertante de signos, el ex presidente Néstor Kirchner parece resuelto a volver atrás el reloj a épocas aún más lejanas en las que mandaba la turba, sin que la policía se atreviera a intervenir para asegurar el respeto por la ley. Impresionado por el éxito de los líderes rurales que lograron que aproximadamente 300.000 personas se congregaran frente al Monumento a la Bandera en Rosario, Kirchner se ha propuesto organizar una movilización todavía mayor en Plaza de Mayo con el propósito, según sus operadores, de detener el golpe de Estado imperialista, neoliberal y sojero que de tomarse en serio los eslóganes de sus partidarios más vocingleros cree está en marcha. Sin embargo, mientras que todos aquellos que asistieron al acto en Rosario fueron, para emplear el neologismo en boga, "autoconvocados", quienes se prestan a las manifestaciones kirchneristas suelen hacerlo a cambio del dinero aportado por los contribuyentes, ya que los intendentes del conurbano y los líderes de los "movimientos sociales" se sienten obligados a retribuir los favores monetarios que reciben del gobierno transportando al lugar previsto a integrantes de sus clientelas respectivas.

Pero no sólo se trata de una competencia grotesca para ver quién puede movilizar más gente. Además de convocar a reuniones masivas, distintos miembros del gobierno y sus aliados han estado ocupados formando grupos de asalto cuya misión consiste en intimidar y, cuando les parece oportuno, castigar físicamente a la oposición, en especial a los ciudadanos de clase media que protagonizan los cacerolazos, un modo de protesta que a juicio del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, es "desestabilizador", o sea, subversivo. Entre los cabecillas de estos grupos violentos se encuentra el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Según se informa, su banda incluye a ex policías, individuos vinculados con el ex comisario Luis Patti, peronistas de trayectoria ultraderechista y sindicalistas denunciados por corrupción. Huelga decir que Moreno no es el único que ha reunido a sujetos de esta laya. Son muchos los que entienden que para hacer méritos en las filas kirchneristas es necesario mostrarse capaces de ganar la calle ahuyentando a todo opositor al gobierno que intente disputarla. Es por eso sin duda que el piquetero Luis D'Elía se ha erigido en una figura clave, y muy influyente, del oficialismo a pesar de que según las encuestas sólo una minoría minúscula aprueba su conducta.

Ya queda muy poco del kirchnerismo de hace cinco años cuando el en aquel entonces presidente flamante Néstor Kirchner aún fantaseaba con basar su movimiento personal en progresistas de la clase media porteña. Ha degenerado tanto a partir de aquellos días, que tal y como están las cosas pronto se asemejará a una coalición de los peores elementos del mundillo político nacional en la que predominarán personajes de la extrema derecha, como los seleccionados por Moreno para integrar su grupo de choque. Los peligros que plantea el fenómeno regresivo así supuesto, caracterizado por la derechización muy rápida de los Kirchner y su voluntad de emplear la fuerza, son evidentes. Instruidos por sus jefes de que hay que frenar un golpe de Estado destinado a devolverlos al "infierno neoliberal", para citar a un oficialista exaltado, los individuos reclutados por el oficialismo para "defender la democracia" se sentirán con pleno derecho a pisotear los derechos ajenos. En tal caso, algunos de los amenazados por las patotas, conscientes de que las fuerzas de seguridad no los protegerán contra los resueltos a escarmentarlos, también se sentirían con derecho a ir a cualquier extremo en defensa propia, garantizando de esta manera que tarde o temprano se produzcan hechos de violencia aberrantes de la clase que hace poco se creía definitivamente superada. ¿Es esto lo que quieren los Kirchner? Parecería que sí, ya que son los responsables principales de reivindicar la idea descabellada de que todos aquellos que critican a su gobierno son golpistas agazapados que esperan la oportunidad para voltearlos.

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