Lunes 16 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 28 > Cultura y Espectaculos
ENTREVISTA A PATI: Para reírse con las ocurrencias gráficas
Es uno de los más destacados humoristas gráficos de la actualidad. Hace ya 20 años que sus personajes desnudan la realidad y hacen reír desde las páginas de "Sátira 12", el suplemento de humor de "Página 12". Hace unos días se inauguró una muestra que recorre su carrera en el Centro Cultural Recoleta. En esta entrevista con "Río Negro", cuenta su historia, sus logros, sus sueños y hasta su lista de los momentos más cómicos en el cine.

Así, en las charlas de entre casa, con asado y vino de por medio, Pati no pretende ser gracioso pero lo es. Debe haber algo en su pelo largo, como si viniera fugado de un festival hippie en los '60, o en su mirada expectante de chico sin maldad, que lo convierte en un personaje entrañable y cómico por naturaleza. Sus personajes se han transformado en un clásico del humor gráfico argentino desde las páginas de numerosos medios y en los últimos 20 años desde el suplemento "Sátira 12". El estudiante cabizbajo con los libros entre los brazos, el desocupado un poco perdido que nunca falta en una larga fila que conduce a una oficina kafkeana, los amigos imperturbables que hablan de la realidad nacional con el mismo tono con que comentan un gol de su equipo preferido. Pati provoca la risa desde el piso de la realidad. Su humor no tiene la intención de golpear con violencia a su interlocutor sino hacerle cosquillas debajo de sus pies para luego avanzar de lo natural hacia lo paradójico, de lo simple a lo realmente ingenioso.

"Río Negro" conversó y se divirtió con él, a propósito de la muestra que recorrió su carrera en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires.

-Hay quién sueña con ser futbolista ¿se sueña uno humorista gráfico?

-Hay algo que me pasa bastante a menudo: cuando veo algo que me gusta mucho me dan ganas de hacerlo yo también. Me pasa cuando veo una película que me gusta mucho que quisiera hacer cine, o cuando leo algo que me conmueve y me quiero poner a escribir. Yo creo que empecé a fantasear con ser humorista cuando llegó a mis manos Mafalda. Toda mi infancia me la pasé copiando a Quino. En algún momento de mi adolescencia, dejé de fantasear con ser humorista, me parecía que era lo mismo que soñar con ser astronauta, algo imposible. Lo de futbolista no lo digo porque nunca me gustó mucho el fútbol.

-¿Cómo es que empezó todo esto del humor gráfico en tu vida?

-Recién cuando salí de la escuela volví a pensar en el humor, aunque todavía pensaba en estudiar arquitectura como para asegurarme el sustento. Me anoté en un taller de Humor en la Asociación de Dibujantes de la Argentina a cargo de Cilencio, que tenía como ayudante a Rep. Fue ahí, al empezar a conocer gente con mis mismas inquietudes, y sobre todo a Rep, que

tenía mi edad y ya estaba publicando, que empecé a pensar en el humor como una profesión.

-¿Cómo se le explica a un hijo, especialmente un niño, que uno vive de esto que es hacer reír a la gente?

-La verdad es que no hay nada que explicar. Los chicos me ven dibujando desde que nacieron y no les llama la atención. Nunca lo vieron como algo especial. El que todavía no puede creer que esté viviendo de esto soy yo. A veces estoy dibujando como cualquier día y en medio de ese acto cotidiano y rutinario, paro y me digo: "La puta, estoy viviendo de esto hace más de veinte años".

-¿Cuál es tu vínculo con ciertas leyendas del humor gráfico como, por ejemplo, Quino?

-Yo suelo decir que aprendí a leer con Mafalda. La obra de Quino me obsesionó durante toda mi infancia y después también. Sobre mi mesa de dibujo tengo colgados dos originales enmarcados, uno de Quino y otro de Fontanarrosa. Fue por ellos que decidí dedicarme a esto. Ellos fueron mis primeros referentes. Después vinieron los Les Luthiers, Woody Allen, Groucho, Monty Pithon, Mr. Bean... pero ya no tanto como referentes, sino como autores que me producen un placer enorme. Y envidia, mucha envidia, pienso: ¿cómo se le ocurrió eso? Después de tantos años laburando en esto ya son pocas las cosas que realmente me sorprenden, y la sorpresa es una condición indispensable para el humor.

-Tal vez me equivoco pero, me parece que cuando un humorista encuentra sus personajes, y sus ritmos, de algún modo siempre está trabajando sobre el mismo chiste?

-Pienso que algo de eso hay. Pero no creo que uno esté haciendo siempre el mismo chiste. Lo que sí pasa es que, cuando llega un momento en el que uno puede trabajar con cierta libertad, cuando elige sobre lo que quiere hablar, aparecen nuestras obsesiones personales, y esas obsesiones se repiten. Y ese creo que es el sello personal de cada humorista. Tal vez no sean los temas, sino la manera de pararse frente a ellos lo que se repite. Algo parecido sucede con el humor político. Para hacer un chiste sobre un hecho político o social, tenés que tener en claro adonde estás parado. No creo en el humor sin ideología. No podés hacer el mismo chiste con Menem y con Kirchner. Vos podés estar en contra o a favor de uno o de otro, o de los dos. Pero no podés ignorar las diferencias, las sutiles o las evidentes. Creo que si no podés entender los matices

no podés hacer humor. Y últimamente veo unos cuantos que están haciendo esa especie de humor político "apolítico" que me parece horrible.

-Según entiendo tu evolución profesional implicó pasar de recorrer redacciones de diarios y revistas buscando un espacio, hasta llegar a tener tu propio estudio y mandar desde allí tus trabajos, pasando por estar horas y horas entre máquinas de escribir primero y computadoras después. ¿Ha marcado, en tu trabajo, alguna diferencia este traspaso de escenario?

-Siempre me acuerdo de cuando empecé a trabajar en Página/12 en el '87. Éramos unas cincuenta personas en un pequeño departamento de la calle Perú. En esa época trabajaba de las trece hasta las veinte, más o menos. Y los viernes, cuando cerraba el suplemento que sigue saliendo los sábados, me quedaba hasta las doce o la una de la mañana.En las horas pico había cincuenta máquinas de escribir Remmington sonando al mismo tiempo. No se podía ni hablar por teléfono con todo ese ruido. Y en medio de ese quilombo teníamos que pensar y dibujar. Hoy nos reunimos una o dos horas los lunes y martes, y el resto lo hago en casa y lo mando por mail. Incluso podríamos hacer todo el suple desde casa, pero decidimos seguir reuniéndonos, para no perder el contacto personal, que es fundamental. Lo de ahora es fantástico, pero no te puedo decir que, a veces, no extraño aquello. Ahora trabajo casi todo el día en casa. Es mucho más cómodo, aunque no es fácil abstraerse de las cuestiones domésticas con tres pibes jugando a la pelota contra tu ventana. Trato de

hacer todo lo posible cuando los chicos están en la escuela y después hago lo que puedo.

-¿Cuál es la búsqueda en tu caso como humorista gráfico: ser más cómico de lo que sos, más profundo?

-Creo que siempre hay un más en todo esto, si no perdería el sentido. Uno siempre debería estar buscando algo más, lo encuentre o no. Con respecto a ser más profundo o más cómico, como humorista, mi objetivo es hacer reír. Después veremos si nos metemos con temas más profundos y hasta dónde podemos llegar, hasta donde nos da el cuero. Pero, para mí, la prioridad es la risa. En eso del humor profundo o reflexivo Quino es un capo, pero nunca se olvidó de que es humorista.

-¿Se nace gracioso?

-No soy un tipo gracioso. En las reuniónes tiendo a pasar desapercibido.Eso tal vez sea también una característica de los humoristas, la mejor manera de observar a los otros es que no te noten. Me gusta mucho ver gente riendo, pero en la gráfica es casi imposible presenciar la reacción de un lector ante un chiste tuyo. Lo que me gusta hacer en los casos en los que, como ahora, estoy exhibiendo mis dibujos, es darme una vuelta por el Centro Cultural Recoleta y chusmear la reacción de la gente que no me conoce. Probablemente, si no fuera por mi timidez hubiera sido actor, porque con el tiempo me di cuenta de que no era el dibujo lo que más me apasionaba, era el humor. Y me dediqué a dibujar porque era lo que estaba más a mi alcance, cualquiera tiene un lápiz y un papel en casa.

-¿Recuerdas tres grandes momentos cómicos en la historia del cine o la literatura y que te hayan marcado de alguna forma?

-Hay una escena en "Loco por Mary" en la que Ben Stiller se masturba antes de su cita con Mary (Cameron Díaz) que es impresionante, no sólo porque es muy graciosa sino porque también se mete con un tema del cual casi no se habla en cine. No voy a contar como termina la escena, al que no la vio, le recomiendo que la vea toda. Ahora que me acordé de "Loco por Mary", me da la impresión de que después de esa película no vi otra comedia que me haya dado vuelta la cabeza.Antes hubo muchas, desde Buster Keaton a las parodias de Zucker-Abrahams (Las 3 pistolas desnudas, Top Secret, ¿Y dónde está el piloto?). No te voy a decir dos escenas más, pero te digo que hubo dos comedias que son de lo mejor que he visto: una es "A lonely guy", con Steve Martin y la otra es "El día de la marmota", con Bill Murray.-¿Cual es el mayor sueño de Pati?-Poder seguir haciendo lo que hago, hacerlo mejor.-¿Y tu mayor pesadilla?Tener que volver a trabajar de algo que no me guste.

CLAUDIO ANDRADE

candrade@rionegro.com.ar

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