En el libro "Soñario", Mempo Giardinelli reúne más de treinta años de su universo onírico, una experiencia singular que el escritor chaqueño funde con la literatura y donde como él mismo aclara se genera "un espacio de libertad", allí donde la realidad abdica.
El autor de "Luna caliente" y "Santo oficio de la memoria", entre otras novelas, sostiene en este libro, recién publicado por Edhasa, que "la escritura en la vigilia responde a todo tipo de estímulos, pero ninguno más vigoroso que las fábulas que soñamos".
- ¿Cuándo surgió la idea de publicar tus sueños, o convertirlos en artefactos literarios como los llamás?
- Este libro surgió solo, y por eso suelo decir que fue un libro de escritura involuntaria. Tengo la sensación de que se fue haciendo solo, a medida que yo tomaba nota de algunos sueños que tenía y que, por alguna razón, me parecía que podían llegar a tener entidad literaria. Durante muchos años anoté todo eso, a veces sólo una idea, o una imagen poderosa, o un pequeño argumento... Pero no sabía qué iba a hacer con todo eso, si bien algunos de esos sueños los incluía después en novelas o cuentos. Por todo ello los defino como artefactos literarios: son textos que pueden formar parte de una maquinaria mayor, como sería una novela. Pero a la vez tienen entidad propia, y el organizar este libro fue para mí la prueba.
- Ese universo onírico de más de 30 años ¿puede leerse también como una ventana autobiográfica?
- Bueno, si algún lector quiere verlo así, yo no puedo hacer nada. En algunos sueños hay elementos autobiográficos, como siempre nos sucede cuando soñamos. Pero este libro no es en modo alguno una biografía. Este "Soñario" es un libro de pura literatura. Los textos que contiene son artefactos literarios.
- Desde esa perspectiva, resulta fácil hilvanar desde el encuentro con el niño que fuiste, el recuerdo de tu madre, la voz de tu padre, alguna novia, hasta viajes e impresiones sobre la geografía que te rodea de forma cotidiana ¿no te sentís vulnerable por abrirle el inconsciente a tus lectores?
- No, la verdad es que no siento ni tengo por qué sentir ninguna vulnerabilidad. Yo soy un escritor de literatura y para ello utilizo todos los estímulos que me son funcionales. El niño que está en algunos textos, como la voz de un padre, o algunas geografías, no son mis "confesiones" ni mis "desnudeces" ni mis viajes de la vida real, aunque puede haber relaciones y de hecho las hay. Son textos. Poemáticos, narrativos, con estructuras experimentales, pero literatura. Lo que es mío personal yo lo veo con mi analista. No soy tan pretencioso, impúdico ni ególatra
como para pensar que mi vida es interesante para los que me leen. Yo quiero que lean literatura, no que pierdan tiempo intentando leer mi vida.
- Como contrapartida por ahí decís que soñar puede ser un modo de ocultamiento, una manera de soslayar, un modo de no hablar de otras cosas....
- Así es como funcionan los sueños. A veces sirven para negar, otra para revelar. A veces alivian y otras angustian. Siempre son abordajes de problemas -sucedidos, probables o improbables- que funcionan, de hecho, como alusiones.
- Otro tema interesante que surge de la lectura de tus sueños, es una especie de reflexión sobre el sueño frases como: 'sueño contado pasa al olvido', o 'narrar un sueño es como desactivar una bomba', 'siempre queremos huir de los sueños angustiantes', 'cómo el sueño revive lo vivido o revisita lo que no vivió pero le hubiera gustado' o 'vislumbra horrores que teme o no querría vivir', etcétera ¿esto fue algo deliberado?
- Todo es deliberado, al menos en mi literatura todo lo es... Todo, todo. Esas frases son recursos de estilo, son caminos o atajos para contar lo que quise contar en cada caso. Y a la vez un libro como éste provoca una constante reflexión sobre los sueños, sobre cada uno, y sobre el sueño. La vida onírica es de una riqueza fenomenal; al menos lo es la mía y para mi trabajo escritural.
- Vos afirmas que tus sueños no tienen música pero la mayoría tienen una impronta muy espacial, demarcada por espacios reales (México, el Chaco ...) o ficticios (como irrumpir adentro de una novela, en las coordenadas de otro) ¿Tenés esa percepción?
- Sí, y es esto mismo que venimos conversando: los sueños, para mí, son estímulos, pero a la vez estímulos improbables. Porque todo es improbable en los sueños. No imposible, ojo, sino improbable, al menos considerado desde la lógica cartesiana que rige nuestras vidas reales, cotidianas. La literatura misma es una improbabilidad permanente, y ahí radica su maravilla.
- Retomando eso de que 'el sueño contado pasa al olvido' ¿es verdad?
-Obviamente que no. O acaso sí. Y si no, quién sabe... Como en los sueños. (Télam)