Domingo 15 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 35 > Sociedad
UN HECHO COMÚN: Desesperados por alimentos y estaqueados

Testimonio del conscripto Oscar Núñez 

"La ración de comida llegaba cada dos o tres días, era un vasito así. La mitad era prácticamente el agua con la que hervían la carne y tomábamos por ahí una cucharadita de polenta. Muchas veces llegaba el mate cocido, algunos jefes tomaban, agregaban un poco de agua y nos repartían a nosotros. Entonces toda esa mala alimentación, todo eso fue calando muy hondo en el cuerpo humano, con el frío que hacía uno más necesita comer para soportar el frío. Por eso la enorme cantidad de soldados desnutridos y la muerte de hombres... Cuando regresamos a Campo de Mayo nos hacen una especie de semana de engorde, antes de llevarnos a la vida civil (...) El abastecimiento de comida era malo, diría que malísimo, nosotros tuvimos la muerte de Secundino Riquelme, a dos pasos mío se muere por desnutrición. Fue producto de esa muerte que yo decido junto a mis compañeros matar esa oveja para no correr la misma suerte. Yo decido junto con mis amigos matar esa oveja para poder alimentarnos. Cuando la estábamos carneando, no habíamos llegado ni siquiera a comerla, es que se acercan al lugar el subteniente Malacalza con dos suboficiales. Para la visión de esa gente éramos unos ladrones, unos asesinos. Y lo que estábamos haciendo era lo básico para supervivir. Primero nos agreden verbalmente, físicamente, nos hacen hacer ejercicios vivos, de salto de rana y nos trasladan a un lugar próximo a nuestra posición y nos estaquean por orden del subteniente Gustavo Malacalza. Éramos tres. Inclusive horas más tarde llega el poco racionamiento para alimentarnos, y no nos dan de comer y nos dejan a la buena de Dios ahí. En ese momento nos dice que no nos va a desatar, saca la pistola y me apunta. Le dije que era un cobarde, un hijo de p. que no tenía los huevos para tirarme y me pega un puntapié a la altura de la costilla, esto es el subteniente Gustavo Malacalza.

"Calculamos que más o menos 8 horas estuvimos estaqueados. A las tres o cuatro horas ya no aguantábamos más del frío ni las piolas que nos ataban a las manos y a los pies, no teníamos ni guantes ni borceguíes, ni tampoco teníamos nada que nos cubra arriba. Es común ver en algún campo el cuero de algún animal que los sacan para secar, que lo estaquean, el mismo procedimiento que usaron con nosotros, con las manos atadas, con los brazos abiertos y las piernas abiertas tal cual el linchamiento de Túpac Amaru, pero esto fue en forma fija, lo de Túpac Amaru fue con caballo.

"El sargento Guillermo Insaurralde toma la determinación de desatarnos porque creía que era un atropello, tal vez yendo en contra de sus jefes . De esa forma un poco nos viene a salvar la vida, porque estábamos entrando en un estado de congelamiento que si no fuera por el sargento este relato no sería contado en este momento.

"Los compañeros nos ayudaron a incorporarnos, con la falta de alimentación y las ocho horas así se te empieza a endurecer el cuerpo. Hicieron una pequeña fogatitas para que nos calentáramos un poco, nos friccionáramos, hasta que nos fuimos reanimando de a poquito. Fue una jornada dura la de ese día. Fue uno de los días más desgraciados que he pasado en mi vida, uno de los más humillantes también".

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