Domingo 15 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 42 y 43 > Cultura y Espectaculos
Imaginación vs tecnología
Las dos cintas, basadas en reconocidos libros, optan por caminos opuestos a la hora de concebir imágenes que no sólo atrapen al público infantil sino que también lo inviten a reflexionar y a desarrollar la imaginación.

La creación de mundos diferentes, paralelos, ha sido (y será) uno de los grandes sostenes de la literatura infantil. Y el cine ha aprovechado al máximo la posibilidad de trasladar a imágenes nuevos espacios, seres increíbles y situaciones extraordinarias que intentan sorprender al espectador y ubicarlo en un lugar donde pueda ser parte, aunque sea por unas horas, de una historia irreal. El constante avance de la modernización y el consumo fueron cambiando las reglas, obligando a aquellos decididos a encarar un proyecto dedicado a la platea infantil a buscar nuevos lenguajes, sobre todo visuales, para generar interés en el público.

La reciente edición, en DVD, de dos cintas ubicadas en dos lugares totalmente opuestos, demuestra cómo el poder de un buen relato sin la necesidad de una artillería desmesurada de efectos especiales es superior a una historia en la que la tecnología es utilizada como verdadero motor de una cinta. Por un lado, "El mundo mágico de Terabithia", por el otro, "La brújula dorada". Entre ambas, un abismo.

 

El poder de la imaginación

Concebida como una pequeña producción, "El mundo mágico de Terabithia" (en el original el adecuado "Puente a Terabithia", cambiado por el siempre sorprendente ingenio nacional a la hora de titular cintas), se convirtió en un suceso, tanto en su país de origen, EE. UU., como en el resto del mundo. Basado en el libro de la escritora Katherine Paterson, publicado por primera vez en 1978, el relato se centra en Jess y Leslie, dos preadolescentes de 12 años, que entablan una amistad que se transforma en el vehículo fundamental para crear un mundo en el que puedan escapar de sus propias realidades cotidianas. Mientras el chico soporta las necesidades económicas de su familia, convive con la hostilidad de sus hermanas y enfrenta diariamente el desinterés de su padre; la niña parece haber desarrollado una frondosa imaginación gracias a sus progenitores, ambos escritores, que están ausentes de su existencia hasta que dan por finalizados sus libros. A esto se suma la situación escolar, similar a la local, con un gran grado de agresividad y violencia. Un espacio donde aquellos que no "encajan", por una u otra razón, se convierten en el centro de burlas, como Jess y Leslie.

Sin golpes bajos ni dramas escandalosos, el guión de Jeff Stockwell y David Paterson realiza un interesante fresco de lo que rodea a los protagonistas y la decisión de ambos, incitados por Leslie, de crear un nuevo universo que comienza siendo un juego y, poco a poco, se transforma en un espejo de lo que ellos viven. Sólo cruzando un río con una soga, ingresan a Terabithia, un espacio en el que son los verdaderos protagonistas y deciden diariamente cómo se escribe su historia. Ese ambiente lúdico los ayudará a lidiar con sus miedos, sus inseguridades y el medio hostil y, al mismo tiempo, los unirá en este vínculo aparentemente indestructible entre ambos.

A pesar de alguna subtrama que no está tan bien resuelta (la solución para la acosadora del colectivo es un poco forzada), la película es un gran ejemplo de cómo generar interés en el espectador sin necesidad de recurrir a grandilocuencias. Con toques humor, el director Gabor Csupo (responsable de la creación de "Rugrats" ("Aventuras en pañales") sugiere constantemente, sin necesidad de mostrar todo aquello que ronda las mentes de los pequeños protagonistas y sólo en el desenlace hay una aproximación visual a Terabithia. Sensible, honesta y con dos jóvenes actores con mucho potencial (Josh Hutcherson y la increíble Anna Sophia Robb, la insoportable niña que no para de comer chicle en "Charlie y la fábrica de chocolate"), "El mágico mundo de Terabithia" demuestra cómo un buen libro puede cobrar vida en la pantalla, con la intención de ubicar al espectador en un lugar en el que pueda reflexionar, más allá de su edad, y sin recurrir a la tecnología para estimular sólo el apetito visual.

 

Toda la carne al asador

Como si estuviera parada en la vereda opuesta, "La brújula dorada", también está basada en un clásico de la literatura infantil de Philip Pullman, "Luces del Norte", pero el director Chris Weitz tomó la decisión de incluir tantos personajes, mundos y relatos que la cinta parece una sucesión de escenas que se pisan unas a otras sin una coherencia temática, como si la idea fuera resolver todo rápido y de la forma más efectista.

Todos los ingredientes fantásticos que fueron tan bien utilizados por otras sagas

como la de Harry Potter o "El Señor de los anillos", en este caso sólo sirven para mostrar las flaquezas del guión del mismo director que no permite que los personajes tengan una esencia sino que parecen empujados a tomar decisiones sin causas muy claras.

El relato, cuyo final deja abierto para una posible continuación, acompaña el viaje de Lyra Belacqua, una niña (también de 12 años) huérfana que vive en un colegio en Oxford. Aparentemente es la "elegida" para manejar la brújula que da título a la producción y que le permitirá conocer la verdad, fundamental para desbaratar un siniestro plan de secuestro de chicos en el que las diferentes razas y criaturas de su universo están afectadas.

Un viaje por distintas regiones la llevará a liberar a sus congéneres con la ayuda de unos cuantos seres particulares y acompañada por un animal que es la representación de su alma. Quizás el mejor hallazgo del cuento es la utilización de estas mascotas, que siempre están con los personajes como el alma que los refleja: en los adultos es constante y en los niños, cambiante. Pero esa idea de por sí interesante no alcanza para darle algo de unidad al filme, ya que el guión avanza apurado, saltando de escena a escena sin coherencia y apelando más a la acción que a la naturaleza del relato.

Los efectos especiales son un aporte valioso en la creación de nuevas geografías y ciudades y las distintas criaturas que aparecen en la pantalla, y también lo es un elenco importante que hace lo que puede con lo que tiene para decir, siendo uno de los puntos débiles la elección de Dakota Blue Richards para el papel principal.

Carente de la emoción imprescindible en este tipo de realizaciones, "La brújula dorada", no resultó el éxito esperado en las boleterías mundiales, lo que abrió dudas sobre la probable secuela que queda planteada en el desenlace del filme. Y permite aseverar que cuando los medios tecnológicos no están al servicio de un buen guión, sino al revés, el resultado no es demasiado interesante.

Mientras "El mágico mundo de Terabithia" invita a reflexionar e imaginar, inclusive con algún desacierto, "La brújula dorada" es sólo un bombardeo de efectos especiales carente de emoción. Quizás el más complicado de los géneros cinematográficos, el infantil, es una usina constante de proyectos. Algunos salen airosos, otros derrapan si sólo ofrecen imágenes vacías de contenido.

 

ALEJANDRO LOAIZA

aloaiza@rionegro.com.ar

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