Sábado 14 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 10 > Regionales
No previeron ambulancias en Arroyito

NEUQUÉN (AN)- El operativo de represión de los docentes en Arroyito tuvo una cuidadosa planificación, salvo en un detalle: no se previó la presencia de ninguna ambulancia. La única que estuvo presente fue por iniciativa del director del hospital de Senillosa, Javier Lerda.

Así lo dijo el propio Lerda al declarar ayer como testigo en la octava jornada del juicio oral contra el cabo primero José Poblete por el asesinato de Carlos Fuentealba.

De acuerdo con lo que declararon algunos policías citados como testigos a audiencias anteriores, la represión del 4 de abril del 2007 tuvo un alto grado de planificación.

Los miembros de los grupos especiales radicados en el interior provincial fueron convocados un día antes; se les impartieron instrucciones esa noche y la mañana siguiente; se les suministró una buena provisión de gases lacrimógenos y balas de goma; se movilizó el camión hidrante acompañado por una autobomba para abastecerlo de agua, entre otros detalles.

 

Abrieron un camino alternativo

 

Además, y esto también se supo ayer, Vialidad Provincial abrió un camino alternativo en la zona del puente El Carancho. Así lo declaró quien era jefe del área, Roberto Comelli, al explicar que recorrió la zona el 3 de abril junto con el ex jefe de Policía, Carlos Zalazar, y el ex subsecretario de Seguridad, Raúl Pascuarelli.

Semejante despliegue logístico y organizativo para la represión contrastó con la ausencia de ambulancias. El doctor Lerda dijo ayer que fue a Arroyito por su propia iniciativa, ya que la subsecretaría de Salud no le suministró ninguna directiva. "No sé si hay una disposición escrita. En otras oportunidades he recibido llamadas de la subsecretaría para que asista a determinados eventos donde se podían producir lesionados, como carreras de rally o partidos de fútbol", relató el director del hospital de Senillosa.

En el lugar del hecho la represión fue tan indiscriminada que hasta la ambulancia resultó alcanzada por los gases y las balas de goma. "Tuvimos que meternos adentro porque caían las granadas y sentimos las balas pegar contra el vehículo", señaló Lerda.

Respecto de Carlos Fuentealba, dijo que lo trasladó directamente al Castro Rendón y que nadie le abrió el paso. "Es algo que sucede normalmente, a la sirena de la ambulancia nadie le hace caso", lamentó.

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