La actividad eruptiva del volcán Chaitén, que despertó el pasado 2 de mayo después de un largo sueño de 9.000 años, recrudeció ayer con la apertura de dos nuevos cráteres que arrojan gases, informó el gobernador regional Sergio Galilea.
La actividad sísmica y eruptiva del macizo se reactivó en las últimas 24 horas con una serie de 20 sismos, emisión de gases y material volcánico.
La zona donde se ubica el volcán está prácticamente deshabitada desde hace 43 días, cuando sus cerca de 4.500 habitantes fueron desplazados raudamente a causa del despertar del macizo, de unos 900 metros de altura, distante apenas 10 kilómetros al este del poblado de Chaitén, en la Patagonia chilena.
"Hay un recrudecimiento de la actividad del volcán desde el punto de vista sísmico como del reconocimiento que hace carabineros (policía uniformada)... de que se habrían abierto dos nuevos cráteres en la zona del domo antiguo", dijo Galilea. Agregó que no ha sido posible observar la altura de la columna del volcán, que en los últimos días se mantuvo en unos 3 a 4 kilómetros, pero que llegó a alcanzar los 30 kilómetros de altura, dejando caer toneladas de cenizas en suelo chileno y territorio argentino.
"Hay una gran cantidad de material gaseoso, principalmente, que está fluyendo, no tenemos información muy precisa de las características de la columna porque incluso para carabineros que está en el lugar es imposible observar, por las características del tiempo", precisó.
Galilea señaló que se ordenó evacuar el poblado a policías que custodiaban las viviendas y al personal de vialidad que trabajaba en la reparación de un puente. Los refugiados de Chaitén fueron trasladados, principalmente, hacia Puerto Montt, y como salieron con lo puesto, presionaban para que los dejaran regresar a su pueblo y recuperar algunas pertenencias. El gobierno informó que organizaría grupos de jefes de hogar para ser llevados rotativamente y por algunas horas a recuperar especies, pero el recrudecimiento de la actividad eruptiva pospuso indefinidamente los viajes. En el peor momento, el volcán arrojó ceniza, material piroclástico y lava que escurrió por una de sus paredes. Ello, sumado a las lluvias, causó la crecida de un río que atraviesa Chaitén, arrasando con casas, vehículos y calzadas. (AP, Télam)