NEUQUÉN (AN).- El fervor que Ismael Serrano cosechó por cuarta vez en Neuquén (la primera en el estadio Ruca Che), melancólico como pocos y generoso con sus fans en un show de tres horas, es sin duda un logro del joven trovador que se autodenomina un "cuentacuentos" y apuesta en sus canciones al amor o temas más sociales, como el maltrato que sufren los inmigrantes argentinos en la España actual.
Como si fuera un encuentro crepuscular en la playa, cualquier playa, Serrano propuso el martes un recorrido por las canciones de su último disco "Sueños de un hombre despierto" abrazado por un cielo que simulaba un atardecer sobre el océano, en un escenario decorado con objetos marítimos como redes y flotadores, convertido en una ciudad portuaria llamada "Peumayen" que en mapuche significa lugar soñado.
"Traigo un manojo de canciones que pretende abrir ventanas a la esperanza" lanzó el cantautor apenas subió a escena vestido con jean, camisa blanca y tiradores. A lo que las más de tres mil almas que colmaron el estadio respondieron con gritos y aplausos. Se llevó además una rosa que le entregó una mano femenina y muchos, muchos halagos: "¡Guapo!", "¡ídolo!", "Ismael, vení que te llevo conmigo a mi casa...!", se escuchó.
Nunca un concierto de Serrano propuso, al mismo tiempo, una puesta escenográfica que sirvió a la vez de gancho para ligar comentarios y canciones. No faltaron historias de mar, leyendas de despedidas, sonidos de aves e innumerables guiños humorísticos con el percusionista Javier Bergia. Comentarios ocurrentes y chistes que fueron festejados por el tecladista Jacob Sureda, más risueño, y el guitarrista Fredi Marugán, un tanto más serio.
"Somos", "Canción para un viejo amigo", "Canción de amor y oficina", "Sesión continua", "Si se callase el ruido" y "Reflejos perdidos" (una hermosa canción de Bergia) fueron algunos de los temas del último trabajo discográfico que se escucharon entre la veintena que interpretó el verborrágico cantautor, antes de los bises. Sonó también "Zamba del emigrante" el tema que grabó junto a Mercedes Sosa. "A veces la vida te hace regalos que dejan una huella indeleble. Con este disco el regalo fue cantar con Mercedes Sosa", soltó Serrano. "Esta zamba pretende estrechar el océano que separa España y Latinoamérica", agregó.
De lo viejo sacó a relucir algunas bellas canciones que ofrecen su costado de trovador romántico y melancólico como "Ana" ("Ana... es tan corta la vida y son tantas despedidas llenas de promesas vanas... Ana") y otras de cantautor comprometido, como "A las madres de Mayo" ("Te busca madre mientras su cuerpo es mecido por el mar en el que se sumerge dormido...") o "Papá cuéntame otra vez".
Sin duda las canciones de Serrano están inseparablemente ligadas a nuestra época. Porque es en ese contexto que el cantautor nacido en el barrio de Vallecas surgió como una mezcla de juglar y contador de historias, de compositor romántico y reflexivo. Como un hombre despierto que sueña e intenta, con su música, despertar al resto con la certeza de que "un mundo mejor es posible" .