VIEDMA (AV)- La violencia familiar lastima, marca y también mata. En abril de 2007 la Comarca Viedma Patagones se sintió conmovida por el homicidio de una joven a causa de los golpes que le propinó su pareja. Hace unos días el hombre de 28 años fue condenado a 16 años de prisión.
Dos criaturas quedaron sin madre y una joven mujer, tan frágil en su contextura física como en lo emocional, con ilusiones que ya ni siquiera podrá soñar. Además quedaron dos madres dolientes, una por la pérdida de su hija y la otra por ver a su hijo consumir eternos días sin libertad, uno de los bienes más preciados, y con la peor de las cargas a cuestas.
Este es un trágico ejemplo de la violencia familiar. El más extremo de todos pero posible como cualquier otro donde el golpe es la única respuesta y la alternativa de reflexión está totalmente ausente.
Más de una felicidad que uno imagina esconde maltrato verbal y de puño cerrado.
En todos los casos lo importante es pedir ayuda y tener siempre presente que el afecto acaricia no agrede.
En el hospital Zatti de Viedma funciona desde hace años la Unidad de Violencia Familiar -una de las pocas de la provincia- que no sólo atiende a la mujer maltratada sino también al hombre que cierra el puño y responde.
"Las situaciones de maltrato en una familia pueden ser desde muy leves hasta muy graves. Sin exagerar pueden costar la vida", sostuvo la coordinadora de la Unidad, Jenny Nievas, al señalar que "nadie la pasa bien en un marco de violencia ni siquiera el hombre que maltrata a la mujer y no se anima ni a decirlo".
En relación a la condena consideró que confirma que es un delito maltratar y que nadie tiene derecho ha hacerlo.
No obstante aclaró que este lugar del hospital es un sector que ayuda a pensar que es lo que pasa en la familia con esta situación "¿que le pasa a mis hijos, a mí, a mi marido?".
Agregó que las mujeres llegan a la Unidad en forma voluntaria o derivadas de los juzgados de Paz donde son radicadas este tipo de denuncias. "Llegar acá es confidencial y nadie hace nada de lo que la mujer no esté dispuesta" aclaró y detalló que se ofrece un asesoramiento y tratamiento, mientras que el hombre viene derivado de la Justicia y luego de la presentación de una denuncia por algo grave que ha ocurrido en su casa.
Prevención, no condena
"A pesar que ellos consi
deran como una condena venir acá es una medida de prevención para que la situación no siga avanzando y termine preso. Es una gran oportunidad para mirar qué estaba pasando en casa porque algo sucedía aunque no quiera ver", dijo. La Unidad ofrece un espacio terapéutico, grupal para hombres que "se les van de las manos las situaciones dentro de su casa". Por su parte María Sabastaque, otra de las integrantes de la Unidad puntualizó que son muy pocos los hombres que vienen voluntariamente y que los que avanzan en el tratamiento pueden llegar a cambiar de actitud pero "el problema es que les cuesta mucho reconocer que tienen que ver con sus actos y esto tiene una vinculación con no reconocer sus responsabilidades, de haber crecido en muchos casos viendo a su mamá maltratada o descalificada y entonces tienen ese modelo aprendido. Por lo general la culpan a la mujer de lo que ellos hacen. Dicen que los provocan y que no pueden evitar lastimarlas, insultarlas, tratarlas de prostitutas y golpearlas".
Consultada sobre la posibilidad de superar estas actitudes extremas, Nievas sostuvo que así como se construye se derriba pero "hacerlo implica mucho trabajo personal. La mayor dificultad de los tratamientos para varones es el tiempo que les lleva hacerse cargo de lo que han hecho dentro de sus casas y que ha sido un proceso largo y doloroso para la familia que ha perdonado muchas cosas crueles hasta que llegó un día extremo y se presentó esa denuncia. Cuesta mucho pero sí se puede cambiar".