NEUQUÉN (AN)- Con paciencia de artesano, la fiscalía y la querella van uniendo las pruebas que surgen en el juicio oral con el objetivo de armar la composición final, que será la acusación contra el cabo primero José Darío Poblete como autor del asesinato de Carlos Fuentealba.

Luego de tres audiencias anotan a favor de su hipótesis del caso varios elementos aportados por los testigos que a su vez encajarán, según esperan, con la declaración de quienes están citados para esta semana:

" Había un solo policía parado detrás y a la derecha del Fiat 147 en el que viajaba Carlos Fuentealba. Otro grupo de efectivos -de entre 4 y 10, según la apreciación de los docentes- se ubicaban en el sector izquierdo.

" Ese policía apuntó antes de disparar.

" Según Marcela Roa, la testigo más importante de quienes declararon hasta ahora, ese policía era Poblete. Lo vio disparar, lo corrió, lo insultó, y luego lo reconoció en rueda de personas.

Estos tres soportes, a criterio de la acusación, demuestran que el escopetazo no fue accidental y que Roa no pudo confundir al imputado con otro policía. Ya se sabe que uno de los obstáculos para llegar al autor es que todos los efectivos vestían uniformes similares y cubrían su cabeza y parte del rostro con cascos.

Entre hoy y mañana declararán cuatro policías del Grupo Especial de Operaciones (GEOP) de Cutral Co, que fueron los primeros en aportarle a la justicia el

nombre del sospechoso. Se trata del cabo primero Juan Benegas -citado para hoy- sargento Sergio Burgos, cabo primero Ángel González y agente Néstor Bascuñán -para mañana.

Estos policías dijeron el 5 de abril de 2007, alrededor de 36 horas después del hecho, que esa mañana en Arroyito se les unió un policía de otro grupo, el GEOP Zapala, rompiendo la férrea disciplina que caracteriza a las unidades especiales. Lo identificaron como Poblete.

Según sus dichos, no lo vieron disparar. Pero recordaron que a este efectivo lo perseguía una mujer gritándole "asesino".

El relato de los policías encaja con el de Marcela Roa, la docente que corrió la Poblete luego de verlo disparar y a quien perdió de vista cuando se unió a sus camaradas.

También esta semana declarará Javier Caffaro, perito balístico de la policía. En el expediente figura un informe suyo con una categórica conclusión: una vaina de una granada de gas secuestrada en el lugar del hecho fue disparada por la escopeta lanzagases que tenía asignada Poblete, número de serie 01117.

Esa vaina fue hallada en el sector donde le dispararon al Fiat 147 (por eso la fiscalía les pide a los testigos que ubiquen con la mayor precisión posible el lugar donde estaba el automóvil cuando vieron el ataque) y fue cotejada con todas las pistolas lanzagases utilizadas ese día por la policía.

Otro trabajo científico, realizado por el Pricai, establece que el proyectil que quedó en el interior del Fiat 147 tiene restos de sangre de Fuentealba.

El defensor Ladislao Simon ha concentrado su estrategia en desacreditar a los testigos y acumular rechazos de la Cámara a sus planteos, supuestamente para reunir más argumentos en un eventual recurso de casación.

Su apuesta más fuerte hasta ahora la hizo el viernes, cuando pidió la detención de Marcela Roa por un supuesto falso testimonio. Esta semana seguramente se esmerará a fondo en el interrogatorio a los policías que incriminan a Fuentealba y al perito balístico, citado a juicio a pedido suyo.

Hasta donde se sabe, Simon planteará que Poblete no fue el autor pero también refutará la calificación legal del hecho (es la gran discusión que se avecina) y hasta la causa de la muerte de Fuentealba.

GUILLERMO BERTO

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