BUENOS AIRES (Télam).- En su novela "Mi nombre es Rufus", el escritor Juan Terranova (1975) -ineludible referente de la narrativa argentina actual- relata la historia de un grupo de amigos que forman una banda de punk en la Argentina de los 90 y lo coloca
como el último bastión de resistencia de una década "destructora de los lazos sociales".
En medio de alusiones permanentes a Sex Pistols, The Clash, Todos Tus Muertos o Ataque 77 -que funcionan como banda sonora de la narración-, y un relato en primera persona que rememora ese pasado, el autor desarrolla capítulos brevísimos y numerados, mientras se sumerge en la feria de discos del Parque Rivadavia, los vinilos, los recitales de rock.
"La década del 90 fue de transformaciones muy profundas y una gran destructora de los lazos sociales a partir de la falta de trabajo; era muy angustiante. Al mismo tiempo había un discurso de triunfalismo muy violento, de una frivolidad extrema. Y el rock aparecía como un dador de sentido, como una primera mano de anti-óxido muy fuerte", dispara Terranova.
Autor de las novelas "El caníbal", "El bailarín de tango" y "El pornógrafo", del libro de poemas "El ignorante" y de la crónica teológica "La Virgen del Cerro", el prolífico Terranova se convirtió en referente de "los nuevos narradores argentinos" de la mano de la antología "La joven guardia", junto a firmas como Washington Cucurto, Oliverio Coelho o Pedro Mairal.
"Esta Argentina -continúa el autor- se había vuelto extremadamente racista y excluyente. Yo, hijo de una familia de profesionales con una lógica inmigrante, me encontraba en un mundo que era completamente refractario. Se construía un imaginario en los 90 que hacía surgir otra forma de relacionarse, ser joven era todo un tema", sostiene.
En el relato, no faltan "los tipos que aparecían disfrazados y se quedaban en los ensayos, tirados en el piso", las crestas, los borceguíes, el trago "heavy metal" mezcla de vino blanco y gaseosa, algunas ironías que evidencian el sentido del humor del autor, como la banda de funk-metal Los Carniceros, que habían puesto música a "El Matadero" de Esteban Echeverría.
"La novela está narrada de manera cronológica porque son mis recuerdos, los lugares donde ellos ensayan, a donde van, Parque Rivadavia, en ese sentido es bastante autobiográfico", admite Terranova, aunque aclara "nunca tuve un grupo de rock".
"¿Y cuáles son los códigos del punk? No heredar estructuras sin testearlas, sin criticarlas, sin ponerlas a prueba de todo. El punk libera una energía que es completamente anti-jerarquías, de una horizontalidad bien tribal... después, obviamente, el punk 24 horas del día no existe pero ese momento de desjerarquización, de agresividad, unido a ideas, es un concepto muy fuerte".
"Me parece que esa juventud era bastante simple -reflexiona el autor-, no estaba atravesada por grandes responsabilidades políticas o sociales, sino que estaba tratando de autoeducarse, de sobrevivir, de encontrarle sentido a las cosas, era muy simple, muy potente y la música era así también", resume.
Fanático de la web y de los blogs, Terranova -que ya prepara una nueva obra para septiembre-, tanto en el libro como en la entrevista, compara a internet con el punk, como "grandes espacios de sociabilidad". "El blog es lo más punk que me pasó como escritor -dice-, también hay una carga de violencia y de liberación de energía en la web que me interesa. Pero no se puede no defender internet, estar en contra de internet es un gesto de narcisismo insoportable".