Domingo 08 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 38 > Sociedad
"Es morboso mirar la historia sólo desde el dolor"
Afirma que es difícil ser mujer, joven y diputada. Pidió castigo a Sobisch por Fuentealba.

NEUQUÉN (AN).- La diputada Victoria Donda Pérez cuenta que hace unos meses bajaba por uno de los ascensores del Congreso Nacional y que un guardia le reclamó a ella y a su secretario Javier Lungo, que bajen, que no podían meterse ahí.

-Chicos, este ascensor es para los diputados- les dijo el guardia de gris.

-Ella es diputada -le contestó Lungo.

-No, no, no entienden, tienen que bajar... Está el embajador de Ecuador... -fue más allá el guardia.

-El que no entiende sos vos, ella es diputada nacional -cerró Javier Lungo.

Hay más. Cada vez que la invitan a un programa de televisión con otro diputado, si su compañero va de traje, los sonidistas le colocan el micrófono sólo a él.

"También me pasa que me siento a hablar con un diputado de un tema serio y lo primero que me dice es '¿querés agua chiquita?'". Eso basta para que Victoria abandone su sonrisa y gestos adolescentes.

"Ser joven, mujer y estar en política es complicado y socialmente no termina de ser aceptado", afirma la legisladora que llegó a Neuquén por el juicio del caso Fuentealba y para el estreno de una película, la suya: "Victoria", producida por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales y la Red de Mujeres Solidarias.

Victoria dice que le cuesta ver a Neuquén como una provincia. Lo ve como un pueblo. Y lo admira. Relata que cuando empezó a militar en Patria Libre, a los 17 en Buenos Aires, uno de los primeros cantos que aprendió fue: "Caminan por las calles, los hijos del Cutralcazo".

"En aquellos años parecía que en Argentina no pasaba nada, de pronto Cutral Co se levanta contra todo".

La historia de Victoria Donda Pérez es por demás conocida, pero su repaso no deja de impresionar. Nació en 1978 en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) con una señal en sus lóbulos, cintitas azules que hacían las veces de aritos. Su mamá se las colocó tras un parto forzado antes de que la desaparecieron. Con esas cintitas la habían atendido de un desgarro. Todo eso antes del final. Mamá María Hilda Pérez voló sobre las marrones aguas del río de la Plata. Por allí también se fue papá José María Laureano Donda.

Vivió hasta hace cuatro años con otro nombre, con sus apropiadores y es la nieta 78 recuperada por Las Abuelas de Plaza de Mayo y la comisión de Hermanos de Hijos de desaparecidos.

La diputada de Libres del Sur tiene 30 años, una sonrisa bellísima y una frescura que contagia. Habla con acento cordobés gastadito y lanza conceptos duros pero equilibrados, sin resentimientos. Vino al Neuquén por la película y también por el juicio al cabo primero que asesinó al maestro Carlos Fuentealba. Y volverá cuando se juzgue a los responsables del centro de detención clandestino La Escuelita.

-Hay mucha tragedia en todos los casos...-se le advierte.

-Inevitablemente los procesos de confrontación fuerte que se han dado en toda la historia de nuestro país. Las contradicciones son grandes y han derivado en peleas trágicas. Si hubo una tragedia en nuestra historia reciente esa fue la última dictadura militar y me parece que, al contrario de lo que a veces se dice, 'si esos compañeros estuvieran hoy seríamos otra cosa' creo que la desaparición de 30.000 compañeros nos sirve como generación, para poder construir algo diferente. Creo que todas las peleas, por trágicas y penosas que hayan sido, sirven para que al final, aprendiendo de ellas, estemos mejor.

-¿Costó la evaluación positiva?

-La evaluación positiva de las luchas las tuve desde que empecé a militar en Patria Libre. Y saber que era hija de desaparecidos no cambió esa evaluación ni cambió la voluntad de pedir justicia.

-¿Cómo fue estar con Sandra Rodríguez (compañera de Fuentealba)?

-Muy fuerte. Ella está haciendo lo que cualquier mujer haría cuando tienen los ejemplos que han dejado otras mujeres como la Madres de Plaza de Mayo. Ellas son un ejemplo de lucha, no son mujeres maravilla, son madres de nuestro pueblo.

-¿Cómo fue ver tu película?

- Ya había visto la peli... verla acá fue emocionante, por lo que pasó después, cuando al cierre reflexionamos sobre el proceso colectivo de lo que nos pasó como sociedad. A veces hay una suerte de morbo al mirar la historia sólo desde el dolor pero en estas historias individuales hay mucho dolor pero también alegrías y eso en conjunto es parte de una historia más grande.

-Se acercó gente que conoció a tu papá ¿qué imagen tenés de él?

-Con todo lo que pasó y lo que me han contado creo conocer a mi papá mejor de lo que muchos hijos conocen a los suyos, a quienes tienen al lado. Eso es muy lindo.

-¿Cómo analiza que el juicio por el asesinato de un maestro ?

-El juicio a los represores y el del Fuentealba están íntimamente relacionados. Es el mismo Estado que reprimió y cometió los delitos más aberrantes que conoció la humanidad, un Estado absolutamente impune durante 25 años, una impunidad que no sólo se levantó desde construcciones jurídicas sino que se reivindicó desde los discursos como son la teoría de los dos demonios. Parte de ese Estado sobrevivió en democracia pero lo peor no es que sobrevivan sino la sensación de que la vida no vale nada. Y en eso me parece que en eso Poblete es parte de la misma estructura de poder. Y (Jorge) Sobisch representa a quienes llevaron adelante el terrorismo de Estado que se puede llevar adelante en una dictadura o en democracia. Es el autor intelectual del crimen y lo confesó. Tenemos que recuperar el valor de la vida y para poder hacerlo aquellos que lo hayan violentado deben ser castigados.

RODOLFO CHÁVEZ

rchavez@rionegro.com.ar

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