Domingo 08 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 30 > Internacionales
Hillary tira la toalla: "Ahora estoy con Obama"
"Sí, podemos", su lema de aliada incondicional. "El tiempo es muy valioso, no hay que perderlo", dijo.

WASHINGTON (AP y AFP).- Hillary Rodham Clinton puso fin ayer a su campaña por la candidatura presidencial demócrata y exhortó a sus seguidores a unirse en apoyo a su rival Barack Obama, al cabo de una campaña tan histórica como ardua.

La ex primera dama, que el martes pasado todavía se declaraba la candidata más fuerte, dio a Obama su apoyo incondicional y cambió de papel, de adversaria resuelta a aliada absoluta.

"La manera de continuar nuestra lucha ahora para cumplir los objetivos que representamos es volcar nuestra energía, nuestra pasión y todos nuestros esfuerzos para ayudar a elegir a Barack Obama como próximo presidente de Estados Unidos", dijo ante una multitud de partidarios que atestaron el Museo Nacional de la Construcción, no lejos de la Casa Blanca que anheló ocupar como mandataria.

"Hoy, al suspender mi campaña, lo felicito por la victoria que ha obtenido y la campaña extraordinaria que ha ganado. Lo respaldo y le doy mi pleno apoyo y les pido a ustedes que se unan para trabajar por Barack Obama con tanto ahínco como lo hicieron por mí", dijo la senadora por Nueva York.

Con estas palabras, Clinton se alineó sin cortapisas detrás de su colega de Illinois, un fenómeno político y el primer negro que obtiene la candidatura presidencial por uno de los partidos tradicionales.

Para Clinton y sus seguidores, fue un momento de fuerte emoción, el final de una campaña extraordinaria en cuyo lanzamiento reinaba una sensación de victoria ineluctable.

Unos 18 millones de personas votaron por ella; ninguna mujer se había acercado tanto a una candidatura demócrata o republicana.

Su esposo el ex presidente Bill Clinton y su hija Chelsea subieron con ella al estrado antes del discurso.

Obama obtuvo los 2.118 delegados necesarios para asegurarse la candidatura el martes después de las primarias en Dakota del Sur y Montana.

Pensaba pasar el fin de semana en su casa en Chicago. Partidarios de Clinton empezaron a congregarse al amanecer.

También asistieron algunos seguidores de Obama, quienes dijeron que lo hacían como gesto de unidad partidaria.

Obama, que al principio de la carrera llevaba todas la de perder ante la maquinaria de Clinton, se ubicó en el primer lugar temprano y se quedó allí.

Pero, para volver a ocupar la Casa Blanca tras ocho años de gobierno del republicano George W. Bush, los demócratas deben primero restañar sus heridas tras una campaña sin cuartel que amenazó con dividirlos en forma irremediable.

Tanto Clinton como Obama prometieron que el partido estaría unido a la hora de luchar contra John McCain, pero hay muchos de los 17 millones de electores que apoyaron a la senadora que no están convencidos de votar por el senador que la venció. Para vencer a McCain en noviembre, Obama necesita atraer a buena parte de quienes respaldaron a Clinton en las primarias: las mujeres, los obreros, las personas de edad y los estadounidenses de origen hispano.

Aunque no es dueña de la voluntad de sus electores, Clinton podría ayudar a convencerlos de que no se abstengan o voten a un republicano en noviembre.

Ambos se encontraron discretamente el jueves por la tarde en el domicilio de la senadora por California Dianne Feinstein, una amiga de la ex primera dama, en Washington. Nada se filtró de la conversación de aproximadamente una hora y se separaron en medio de bromas y sonrisas. Antes de ese encuentro, Clinton anunció que no buscaba la vicepresidencia.

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