Los realities nos convencieron de que sólo nos interesaban los pequeños -o grandes- dramas de la gente real. Que espiar por la pantalla esas vidas tan parecidas a las nuestras (o tan distintas, pero en cualquier caso vividas), era el colmo de la satisfacción del morbo.
Pero la ficción parece haber estado entrenando todo ese tiempo para desplazar el reinado de "la gente común".
O para hacerse un nuevo lugar al menos, con esas historias que aún ficticias, parecen hechas para ese mismo placer: el de poner el ojo en la mirilla y ver, identificarse, sufrir o simplemente disfrutar de un gran cuento. De eso se trata.
Y eso ocurre, cada noche desde el 12 de mayo, con "En terapia" ("En treatment"), una nueva y excelente producción de HBO que parece llamada a convertirse en serie de culto, como lo fue "Los soprano".
No es mucho lo que ocurre en cada capítulo. Mirado con la frialdad del escepticismo es apenas un terapeuta que recibe cada día de la semana a un paciente distinto, entre las cuatro paredes de su consultorio, y que escucha lo que le ocurre. ¿Y? Y nada más. Mucha palabra y pocas, realmente pocas, imágenes.
Eso es todo; de lunes a viernes, a las 22:30, con la agenda inalterable, que hace cada lunes, Paul (Gabriel Byrne) reciba a Laura, una joven anestesista que está enamorada de él; los martes a Alex, un piloto norteamericano que mató a un montón de niños inocentes cuando dio en el blanco errado, en Irak, y ahora asegura no sentir culpa aunque tuvo un ataque al corazón; los miércoles a Sophie, una adolescente que está haciendo grandes esfuerzos por matarse pero no dice por qué; los jueves a la pareja que forman (o deforman) Jack y Amy, y que no saben si seguir en terapia o ir a un abogado especialista en divorcio; y los viernes al propio Paul, visitando a la psicóloga Gina (una maravillosa Dianne Wiest), porque también él sufre, tiene un matrimonio que hace agua por todos lados, una vida infeliz, y muchos pacientes...
En realidad esta serie, que fue muy elogiada por la crítica en los Estados Unidos y España, y que posiblemente tenga una nueva temporada tras los 43 capítulos iniciales, no nació por generación espontánea de la fábrica de HBO. Producida por Rodrigo García, el hijo de Gabriel García Márquez, "En terapia" es originalmente un formato israelí (Be Tipul) que, según cuentan, allí también tuvo un éxito impresionante aunque estaba hecha con la mitad del presupuesto y y un cuarto del decorado que usa la cadena norteamericana. Pero es que el secreto de esta serie son los diálogos y los actores. Y para eso, no hacen falta millones gastados en escenografía.
Además, el hijo de García Márquez parece dispuesto a darle un giro a la tevé norteamericana. Y aunque lo suyo no sea el realismo mágico, algo está logrando. El hombre, de 49 años, ya estuvo detrás de varias de las series que dejaron huella, como "Six Feet Under", y "Los Soprano".
¿Qué tienen en la cabeza?
Por si semejante cuota de sesiones psicoanalíticas fuera poco, los domingos también tendrán su dosis.
Es que hoy, a las 22, también HBO estrenará "Tell me You Love Me" ("Dime que me amas"), otra serie -en este caso de diez capítulos- en la que habrá diván, pero en este caso, ante una sexóloga que intentará hacer más llevadera la vida sexual -y la vida en general- de sus pacientes.
La terapeuta May Foster, (Jane Alexander) recibirá a tres parejas, que por sus edades, pasan por momentos muy distintos: hay veinteañeros, treintañeros y cuarentones, todos atravesados por algún conflicto sexual.
Jamie y Hugo, los de veinte, están por casarse y disfrutan del sexo, pero advierten que allí no resuelven sus distintas maneras de lidiar con la fidelidad y el compromiso. Katie y Dave son dos padres felices que, al borde los cuarenta, se dan cuenta de que ya hace un año que no tienen relaciones y van al consultorio a intentar encontrar la forma de solucionar ese distanciamiento. Y finalmente, Carolyn y Palek que, esforzados como están en tratar de tener un hijo, no se dan cuenta de que emocionalmente están muy alejados.
¿Por qué, de repente, la ficción abandona los grandes escenarios, los asuntos paranormales, a los mafiosos inseguros que también iban a terapia pero no dudaban en bañarse en sangre en las calles de Nueva Jersey, para enfocarse exclusivamente en esos cincuenta minutos, sin más acción que la que depara la angustia? Quizá porque alguien advirtió que no hay nada más universal que los pequeños dramas personales.
Aunque no suele ser la regla, lo cierto es que la Argentina fue pionera en estos temas. Algo perfectamente entendible teniendo en cuenta que somos un país altamente psicoanalizado.
En cualquier caso, allí, en 1999, estaban los chicos de "Vulnerables" haciendo terapia de grupo ante el doctor Guillermo Segura que debía lidiar con la inmadurez emocional de Jimena (Inés Estévez), los conflictos de Roberto (Alfredo Casero), el niño rico con tristeza que compuso Damián de Santo, y las inseguridades de Cecilia (Soledad Villamil).
Y luego, como una vuelta de tuerca aún más arriesgada, en el 2004, también la fábrica de Adrián Suar ideó "Locas de amor", la historia de tres pacientes de un neuropsiquiátrico (Leticia Bredice, Soledad Villamil y Julieta Díaz) que aceptan un nuevo modelo terapéutico que pone en práctica el doctor Martín Uribelarrea (Diego Peretti) y que consiste en "reinsertarlas" en la sociedad.
Allá por 1999, Tony Soprano se sentaba frente a la doctora Melfi y desnudaba su inconsciente para calmar esa angustia y el ataque de ansiedad que terminó llevándolo a ese lugar que ningún mafioso que podría admitir: un diván. Y aunque no era el argumento central de esta serie que se mantuvo en el aire durante ocho años años, que ganó premios, y que fue una de las grandes series que concibió la televisión, que será un clásico más allá de la polémica que haya causado su final, la terapia era medular.
Está claro, a la tele, el psicoanálisis le da resultado. Y alos televidentes, parece, les resulta por lo menos,un programa terapéutico.
VERÓNICA BONACCHI
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