Sábado 07 de Junio de 2008 Edicion impresa pag. 14 > Regionales
"Sentí que se había muerto en mis manos"
Dramático testimonio de la primera persona que atendió al docente asesinado. Ayer por la tarde fueron tres los testigos que desfilaron ante el tribunal.

NEUQUÉN (AN) - "Carlos no dejaba de convulsionar. Perdía mucha sangre por la cabeza y la boca... Nosotros llamábamos con desesperación a la ambulancia y el hidrante nos regaba con agua... Y yo sentí que se había muerto en mis manos...", dijo Laura Natalia Cantero con un relato dramático que en varios pasajes le quebró la voz, pero que en ningún momento abandonó.

Laura, junto a otros docentes, compartió el viaje desde esta ciudad hasta Arroyito con Carlos Fuentealba. Contó que lo levantaron en la mañana muy temprano, en el cruce de la multitrocha y El Cholar.

"La puerta del Fiat 147 se abrió de golpe y vi salir a un hombre. Después supe que era Arroyo... Era evidente que quería correr el asiento o algo así, me daba cuenta que quería ayudar a alguien, pero no podía. Salía mucho humo y cuando abrió la puerta se hizo como un humo", contó Estela Sobelvio, que iba en una camioneta que al momento de recibir Fuentealba el disparo mortal efectuado por un efectivo policial, marchaba detrás del auto donde viajaba la víctima.

Estela no pudo seguir la declaración, fue superada por el llanto y la emoción y debió abandonar la audiencia. El dramatismo de su relato impactó de lleno en Sandra Rodríguez, la esposa de Fuentealba, quien también salió, llorando, de la sala.

El tribunal optó por tomarle declaración a Alicia Carballo -fueron las tres personas que testimoniaron en la tarde de ayer-, y luego sí, ya respuesta, Sobelvio completó su declaración.

Las tres relataron con lujos de detalles los momentos de la terrible represión que sufrieron los maestros aquella mañana del 4 de abril del año pasado. Los más emotivos

fueron los referidos a cuando sacaron del auto herido de muerte a Fuentealba, aún con convulsiones y sangrando profusamente.

Laura contó que en pleno repliegue de los manifestantes desde Arroyito hacia Senillosa, por la ruta y la banquina, con los efectivos disparándoles gases lacrimógenos y "arreandolos" como animales, escucharon las últimas palabras de Fuentealba.

Fue cuando le insistieron que subiera al auto para salir del foco de la acción, pero el maestro se resistió una y otra vez. Hasta que les dijo: "¿Cómo me voy a subir al auto yo, habiendo un montón de mujeres que van caminando...?".

Sin poder identificarlo, aunque sí lo describió como "robusto", vestido con el uniforme negro, con casco, portando un arma larga, de color negro, Alicia Carballo aseguró cuando vio a ese policía disparar en dirección al Fiat 147. "Se acomodó y disparó", dijo al tiempo que imitó la acción poniéndose de pie.

"Señores del tribunal, hagan justicia, porque Carlos Fuentealba es la secuela de la represión política, de la represión del Estado", dijo Cantero. Y añadió para cerrar su testimonio: "Porque aún escucho cuando al otro día, Jorge Sobisch en conferencia de prensa dijo que lo volvería a hacer, que entre el caos y el orden, prefería el orden".

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