Con la nominación del Partido Demócrata a la presidencia en manos de Barack Obama, el país se encuentra en un momento histórico ante la posibilidad de tener un presidente de raza negra. Pero Obama no es necesariamente el candidato que muchos podrían haber esperado: es hijo de un padre negro de Kenia y de una madre blanca de Kansas. Además es demasiado joven para haber participado en la lucha por los derechos civiles, y nunca ha estado en un combate militar.
"Era imposible de anticipar (que él ganaría)'', dijo Shola Lynch, directora de un documental sobre la campaña de 1972 de la representante Shirley Chisholm, una neoyorquina que fue la primera mujer negra que luchó por la presidencia.
En un país cuya identidad propia ha sido deformada por prejuicios raciales desde sus comienzos, este momento ha tardado una eternidad en llegar. O, visto
desde el espectro de una larga y dolorosa historia, ha sido relativamente poco tiempo. Después de todo, sólo han pasado 45 años desde que Martin Luther King declaró su sueño de una nación que no hiciera distinciones por el color de la piel, y únicamente han transcurrido poco más de 30 años desde que Mississipi disolvió la comisión que luchaba por mantener la segregación y negar a la población negra sus derechos.
Otros notables candidatos negros han competido por el cargo máximo en el país Algunos, como el pastor Jesee Jackson, emprendieron campañas serias que, cuando llegó a la perspectiva de ganar la nominación, se quedaron en lo testimonial.
Muchos dicen que tomará tiempo evaluar lo que la postulación de Obama dice sobre el estado de ánimo cultural y mental de la nación. ¿Puede ser elegido? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que otros candidatos negros -o mujeres- compitan por la presidencia? La nominación de Obama es un hecho memorable, pero no está del todo claro cómo seguirá evolucionando el país en este sentido.
Su ascenso podría resultar un hecho bastante aislado, la creación de coincidencias extraordinarias, o algo más. El tiempo dirá. (AP)
ADAM GELLER