PARÍS (AFP) - El modista Yves Saint Laurent falleció anoche a los 71 en su residencia de París tras una dolencia que lo aquejaba desde hacía tiempo.
El modisto internacional dio el poder a las mujeres al crear para ellas "un vestuario contemporáneo", con prendas masculinas como el traje sastre con pantalón y su célebre esmoquin de 1966, años después de que Chanel las liberara.
Este príncipe de la moda, cuyo arte descansaba en su audacia, dijo adiós a la alta costura en 2002, tras 40 años de creación palpitante, porque "ya no se reconocía en esta profesión" y estaba agotado de las acrobacias financieras.
Nacido el 1 de agosto de 1936 en Orán (Argelia), Yves-Mathieu Saint-Laurent llegó
con 17 años a París, donde empezó trazando diseños con los que logró llamar la atención de Christian Dior (1954), del que fue aventajado discípulo y su sucesor después de su inesperada muerte en 1957.
Su primer desfile, realizado en 1958, fue todo un éxito
para el joven director artístico, que presentaba su colección "Trapecio", que rompió con las cinturas de avispa, muy populares por aquel entonces.
En 1960, sustituido en Dior por Marc Bohan, Yves Saint Laurent se asoció con Pierre Bergé para dar nacimiento a su propia firma.
Juntos, el creador y el administrador, levantaron un imperio del lujo, con el que abarcó la alta costura, el pret-a-porter y los perfumes.
El principio del fin
El emporio Yves Saint Laurent fue comprado en 1993 por el grupo industrial Elf-Sanofi, lo que sería el principio de su fin.
Treinta años antes, en 1962, Yves Saint Laurent había creado su primera colección bajo el logotipo YSL: tres letras negras sobre un fondo crema que se convirtieron en míticas.
Cuatro años después democratizó el pret-a-porter con su primera "boutique" parisina.
Este modista moderno, a quien no le temblaba la mano para romper moldes, solía convertir todo lo que tocaba en un acontecimiento.
También escandalizaba, como en 1971, con su colección inspirada en los años 40, la época de la Ocupación, o en 1977, cuando realizó el lanzamiento de su perfume Opium.
Al mismo tiempo que ponía todo su talento al servicio de la moda, creó vestuarios y decorados para el ballet, siempre con una maestría que le valió numerosos elogios y premios.
Con su muerte, un mito vivo de la moda pasa a ser, simplemente, mito.