Lo que empezó como un problema técnico, el 11 de marzo pasado, por las retenciones móviles a la soja y el girasol implementadas por el ministro Martín Lousteau (luego eyectado) a través de una resolución arbitraria y con errores aceptados y parcialmente corregidos el viernes por el gobierno, se fue convirtiendo en un alud político con gran capacidad de destrucción.

Así, en plena bonanza económica y con augurios de fuertes demandas internacionales de cereales y carnes argentinas para los próximos años, la ciudadanía -agobiada a esta altura del pleito- empezó a ver llover asambleas chacareras, piquetes en las rutas nacionales, diálogos con "teléfonos descompuestos" y declaraciones inamistosas entre el gobierno y el PJ con la dirigencia del "campo", que en su multitudinario acto del 25 de Mayo en Rosario plantó en paz una bandera de guerra.

El ex presidente Néstor Kirchner, empeñado en disciplinar a sus fuerzas para la batalla que promete librar "hasta las últimas consecuencias" en defensa del "modelo" y de su esposa, la presidenta Cristina Fernández (como se lo hizo saber a varios interlocutores, entre ellos el piquetero Luis D'Elía), es quien esgrime la teoría conspirativa, viendo por doquier semillas similares a las que germinaron y

dieron lugar a los golpes de Estado en 1930, 1955 y 1976.

En vísperas de viajar a Roma acompañando a la presidenta, casualmente para participar en una cumbre mundial de alimentación, el senador Miguel Pichetto exhortó a las entidades del agro que hagan "una lectura correcta del gesto oficial enmendador, salgan de los métodos coercitivos y en forma racional y reflexiva empiecen a construir junto con el gobierno un camino de crecimiento sostenido".

El llamado del rionegrino cayó en principio en saco roto, pues la mayoría de los dichos rurales posteriores a las exposiciones de Alberto y Carlos Fernández (a excepción de Fernando Gioino, de Coninagro, y Luciano Miguens, de la Rural), tuvo un tono de sarcástica furia, en sintonía con la presión que ejercían las "bases" para impulsar mañana lunes un cese general de actividades en todo el país, en claro desafío al poder central y en un marco de peligrosa crispación social.

En concreto, en una forma confusa el nuevo titular de Economía, Carlos Fernández, detalló cómo funcionarán los mercados a término para los grandes grupos concentradores, si es que la soja supera los 600 dólares por tonelada (hoy está en 460 y cayendo), y los beneficios para los pequeños productores, sin desistir del planteo filosófico de las retenciones móviles.

Un paso atrás del gobierno. "Más de lo mismo. Gatopardismo. No cambia nada". Ésas fueron, no obstante, algunas de las descalificaciones de los dirigentes del campo. Si bien hubo matices, porque Gioino rescató disposiciones "valorables" y propuso tomarlas positivamente para profundizar la discusión, abriendo de esa manera una fisura en el frente interno de la mesa de enlace de SRA, FAA, CRA y Coninagro.

El gobierno subraya que no es la contraparte del campo, sino el representante estatal de los intereses del conjunto. Y en eso tiene razón. Pero se enreda en acusaciones exageradas viendo fantasmas donde no los hay, por más que existan otros sectores que se escudan en las plantaciones de trigo y la soja para disparar contra un estilo K que rechazan en la forma y en el fondo, aunque no encuentran la vía partidaria institucional para encauzarlo.

Kirchner parece sentirse a gusto con los disgustos que le provocan los planteos, entre otros, de Eduardo Buzzi y el entrerriano Alfredo De Angeli. El primero, titular de la Federación Agraria, tuvo afinidad con el gobierno y por eso dolió más que haya afirmado que el matrimonio presidencial es "un obstáculo" para el desarrollo de la actividad.

"A los métodos de acción directa que interrumpen la circulación de vehículos y personas, les opondremos la Constitución Nacional. Vamos a ver quién se desgasta primero", expuso el jefe del justicialismo al dirigirse a las bancadas de diputados y

senadores, en el maratón de alistamientos que incluyó también a gobernadores, concejales y gremialistas como Hugo Moyano, de la CGT.

¿Hay rebelión en el PJ? Es marginal y focalizada en Córdoba, donde el ex mandatario José Manuel de la Sota rechazó el comportamiento "stalinista" de Kirchner. Coinciden con otros fundamentos con la postura anti K, exponentes peronistas como Carlos Reutemann, Carlos Menem, Juan Schiaretti, Alberto Rodríguez Saá y Jorge Busti. Pero el grueso del justicialismo, con poder de juego, vivaquea junto al fogón o caja K, más que nada por amor a la billetera.

A diferencia de su marido, Cristina Fernández salió de la confrontación directa. Optó por conciliar desde el atril, ratificando la legítima autoridad política y el objetivo primordial de trabajar por una mejor redistribución del ingreso. En Roma, siguiendo en esa línea, tratará de hacer las paces con el Vaticano (que no le dio el plácet como embajador a Alberto Iribarne por ser católico divorciado) y tener una entrevista personal con Silvio Berlusconi.

El caso argentino ya es de diván. Tiene todo para triunfar y se empaca como una vaca.

Hace poco, cuando visitó la feria del Libro, Naomí Klein notó saludables alteraciones internas además del humo desatado por la sospechosa quema de pastizales. "La última vez que estuve aquí -dijo recordando el pos-incendio del 2001- las tiendas estaban vacías, en las calles había protestas y el Fondo Monetario mandaba. Esta vez, la Argentina ya no le debe al FMI, la economía prospera y en el lejano Washington el FMI enfrenta su propia crisis por la deuda".

Ignacio Sosa, un administrador de pools de inversión, experto en mercados emergentes y residente en Boston, dio otra visión: "A pesar de cierto éxito espectacular inicial, el Plan K ha comenzado a derrapar por la misma resbalosa ladera hacia el desastre que transitaron todos los planes económicos anteriores".

Sin lugar para los tibios (tal la proclama del ministro Julio De Vido, coronel K que aseguró que quien no suma, resta en esta lid), un músico como Daniel Barenboim, luchador por la quimera de unir a los pueblos de Palestina e Israel, se ilusionó con que la Argentina se reencuentre con su escala de valores y se pueda proyectar, con su rica base de culturas únicas en América Latina.

Sin embargo, en esta coyuntura de histerias descontroladas van quedando huellas más profundas que las de un tractor en un campo arado.

¿Quién gana? Los productores no entienden razones.

Kirchner no es un suicida pero, como dijo uno de sus colaboradores, está yendo a más de 100 kilómetros por hora en una curva oscura. Y en Wall Street, donde vaticinan que es más probable que ceda el campo, describen a la Argentina como un maratonista con riesgo cardíaco: cuando entrena, fuma. En la carrera, se pelea con otros competidores y cuando baja su rendimiento, empieza a hacer trampa.

ARNALDO PAGANETTI

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