WANGLANG (DPA) - El devastador terremoto que sacudió el sudeste de China no sólo desató el pánico entre los ciudadanos. "Los pandas rugen de miedo como jamás había oído", afirma Gao Qiang, vigilante de la reserva de Wolong.

Wolong se sitúa a tan sólo 30 kilómetros del epicentro del sismo, de ocho grados de magnitud en la escala de Richter. Seis vigilantes del centro perdieron la vida. Los más de 80 pandas que residen allí se salvaron de la muerte "por los pelos". Ahora están "traumatizados" y reciben ayuda "psicológica". El miedo hizo que los osos treparan a los árboles, y los vigilantes se esfuerzan por atraparlos en medio del caos. Los jóvenes panda se mordisquean entre sí y arañan presos de pánico a los guardias. Con todo, el sismo se quedó en un susto para la mayoría de osos. Sólo dos resultaron heridos. De los seis pandas que habían desaparecido en Wolong, cinco fueron encontrados y uno continúa perdido. "Cruzamos los dedos", dice el vigilante Wu Daifu. Y es que los chinos adoran a sus peludos compatriotas.

Mucho antes de que pudiera estimarse la cifra de muertos por la catástrofe, muchos ciudadanos querían saber qué había sido de los panda. La pregunta tiene sus buenas razones: la mayor parte de los 1.600 pandas salvajes y 180 en cautividad habitan en la región sacudida por el terremoto, donde se calcula que han perdido la vida unas 80.000 personas.

Mientras que la mayoría de osos cautivos está segura, no se sabe cuáles han sido las consecuencias del sismo para los pandas salvajes. Los medios informan de que también se les ha oído rugir en la reserva de Baishuijiang, debido a los desprendimientos de rocas de las montañas. Los bambús, su principal alimento, quedaron destrozados, señala el director de la reserva, Huang Chengxiang.

En las montañas de Mishan, fuertemente sacudidas por el terremoto, se han visto afectadas 20 reservas

de pandas. Minshan es una región escarpada con cumbres de hasta 5.588 metros. Antes del sismo, en la reserva de Wanglang vivían 30 pandas. El vicedirector y agente forestal Jiang Shiwei sostiene una rama de bambú: un panda la mordisqueó hace días. Pero ahora apenas se ve a estos animales, que se encuentran en la lista roja de la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza.