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Otro año con los ríos al servicio de la energía | ||
Las lluvias elevaron los caudales al máximo. El recurso será clave para generar. | ||
NEUQUÉN (AN) - Las condiciones de sequía que arrastraba el norte de la Patagonia cambiaron y ahora lo que sobra en los ríos de la región es agua. Con esta abundancia, habrá que ir preparándose para un invierno con caudales muy altos en los valles porque el gobierno nacional volverá a usar las hidroeléctricas que construyó Hidronor para suplir la energía de fuentes más caras y escasas. Un anticipo de lo que será este invierno ya puede verse en el río Neuquén, que debajo de los puentes que conducen a Cipolletti tiene cinco veces más de agua que el promedio de todo el verano-otoño, cuando llegó a mínimos tan bajos que un brazo estuvo literalmente seco. No fueron estudios especializados los que demostraron que una crecida extraordinaria del río Neuquén no tenía una recurrencia de 50, 75 ó 100 años sino la tormenta que hace dos semanas cayó en el norte neuquino, provocó serios inconvenientes -algunos de los cuales subsisten- e inundó otra vez Sauzal Bonito. La de 2006 fue, sin lugar a dudas, la crecida más potente del río Neuquén en los poco más de 100 años de registros. El 13 de julio de ese año en Portezuelo Grande, que deriva el agua hacia el embalse Los Barreales, se registró un caudal máximo de 10.200 metros cúbicos por segundo, según el registro oficial de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC). Casi 22 meses después el río bajó con muchísima más agua pero de manera escalonada, lo que permitió que el máximo nunca sobrepasara los 6.500 metros cúbicos por segundo en Portezuelo Grande. La de 2006 fue la más potente de la historia, pero la crecida de este año ocupa el segundo lugar, lo que abre el alerta por la incertidumbre de futuras tormentas. Ahora que pasó lo más grave, en la AIC analizan que en el episodio de 2006 cayeron 270 milímetros de lluvia en pocas horas; no fue el volumen sino la potencia concentrada de las precipitaciones lo que le dio al río un caudal cercano al máximo que, por diseño, puede soportar Portezuelo Grande sin ser sobrepasada. Este año el volumen fue enorme, cercano a los 450 milímetros, pero las descargas fueron tan escalonadas, con intermitencias de hasta 16 horas, que pudo ser conducido por el río. No hay duda de que estos episodios hídricos obedecen al cambio climático global, pero la complicación está dada en que no hay certezas sobre cuáles serán las nuevas consecuencias de ese fenómeno en la cuenca. Para Nación las noticias no podrían ser mejores porque la energía que generen las centrales hidroeléctricas del Comahue permitirá disimular, un año más, la crisis energética que provoca la escasez de gas, el combustible que domina la matriz argentina (la semana pasada llegó a Bahía Blanca el barco de GNL que regasificará 8.000.000 de m3 día). Los embalses ya están mostrando los efectos de las lluvias, que también cayeron, con menor magnitud, en el sur de la región. En Alicura, el embalse tiene casi dos metros menos que a principios de mayo porque se abandonó la política que, en plena sequía, había almacenado recursos en los tramos altos del Limay. La generación en Alicura hizo que comenzara a crecer el embalse de Piedra del Águila, que hace tiempo que está por encima de su máximo normal, pero el final de la semana que viene quedará equilibrado porque este gigante del Limay ya está generando en niveles hasta siete veces superiores a los fines de mayo. El agua que libera Piedra del Aguila pasa por su compensador, Pichi Picún Leufú, y baja hasta el embalse de El Chocón, donde el nivel estaba desde enero en la cota mínima operable. En sólo unos días, el embalse de El Chocón recuperó un metro. La AIC busca ahora que se regularice la operación de la cuenca para que deje de manejarse con criterios extraordinarios, aunque sus autoridades saben que, como viene pasando desde hace años, es la secretaría de Energía de la Nación la que toma las decisiones en función de las necesidades.
MARTÍN BELVIS | ||
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