Carmen Mesa siente el baile flamenco en las vísceras. No hay obstáculo que le impida a esta bailaora andaluza destilar su pasión, garra y corazón flamenco. De hecho, hay una anécdota que pinta su entrega por el cante y baile jondo: de gira por Holanda, un tiempito antes de salir a escena, se cayó por unas escaleras. "Me hice candela la cola y las piernas", recuerda. Pero lo mismo bailó. Lo mismo contorneó las caderas y movió las manos como palomas.
"Tenía moretones y me dolía todo el cuerpo, pero luego me entró algo tan especial que aunque no puedas, puedes, siempre puedes... hay algo que te hace poder", contó Carmen.
Su voz llega desde Buenos Aires, donde se entregó al público en varias oportunidades al ritmo de la música gitana del espectáculo "Flamenca soy" que lleva como subtítulo la sugerente cita "porque no vemos las cosas como son, sino como somos nosotros", una combinación de baile flamenco y elementos teatrales que en los últimos años la consagró en España, Gran Bretaña y Holanda.
En este unipersonal la artista nacida en Córdoba, Andalucía, plasma su enorme talento y expresa sus sentimientos más hondos, acompañada por Jeromo Amador y Manuel Santiago, en cante; Héctor Romero, en guitarra, y Lucas Balbo en percusión. El show podrá verse el viernes 6 de junio en Casa de la Cultura de General Roca, y el sábado 7, a las 21.30, en el Teatro Español de Neuquén.
"Es la historia de cualquier ser humano, es mi propia historia llevada al escenario, con los momentos de miedo, de inseguridades, amores, desamores, o de la pena a la alegría. Porque quiero dar un mensaje de 'sigamos luchando, vamos arriba, vamos adelante'", dice y repite la frase del show: "Porque no vemos las cosas como son, sino como somos nosotros".
Mesa, de 31 años, no viene de una familia gitana, sin embargo es "algo que siempre llevaba adentro", según cuenta. A los cinco años se buscaba sus canciones y las grababa por su cuenta, hasta que la adolescencia la encontró tomando clases de flamenco y bailando en tablaos. Pasados los quince ya estaba en Sevilla taconeando fuerte, imponiéndose al compás de bulerías, alegrías, tangos y más palos flamencos.
-¿Depositás tu mayor confianza en las manos o en los pies?
- No lo pienso demasiado. Diría que es un complemento de todo, me quedo con esa cualidad de lo que le transmito a la gente, la facilidad para llegar al público.
- ¿El flamenco es visceral de por sí?
- Si, de por sí ya tiene fuerza, tiene carácter. Es pasión.
- ¿Hay algún palo con el que te definís mejor?
- ¡Yo la alegría pa' arriba, pa' abajo, pa' atrás!... La alegría va mucho con mi carácter y la disfruto mucho. Salgo e improviso mucho porque me gusta.
- ¿Hay alguna canción flamenca que lleves en tu interior?
- Pasa que soy amante de la música, del cante sobre todo. Por ejemplo, al final del espectáculo yo canto, tengo conocimientos. La verdad son muchas canciones.
- Por ejemplo...
- Hay una zambra de Manolo Caracol que escucho desde muy
chiquita, desde pequeña la escuchaba con mi padre.
Como no podía ser de otra forma, en "Flamenca soy" hay una zambra, ese baile antiguo que simboliza los momentos de la boda gitana. "Hay palos más alegres y otros más serios, porque claro hay que plasmar los momentos de la vida", adelanta la bailaora que reparte sus días entre España y Buenos Aires, bailando y dando cursos, y hasta se enamoró de un argentino. "Estoy aquí pa' que la gente me conozca. Es sembrar pa' recoger, con eso me quedo contenta", agrega.
- ¿Hay buen flamenco fuera de España?
- Si, hay gente que baila muy bien. En Argentina también hay compañeros que saben muy bien lo que hacen y lo hacen honradamente.
- El baile, el cante, se extendió mucho, ¿fue un boom?
- Claro, pero yo creo que tenía que sera así. Porque el flamenco es tan rico, la cultura flamenca es tan rica musicalmente y tan fuerte, que creo le tocaba trascender.
- ¿El mundo del flamenco es machista?
- Hay de todo. En general está muy igualado, se desarrollan tanto los hombres como las mujeres. Depende de lo que te toque. La verdad es que yo he tenido suerte de trabajar con muy buenos compañeros. Nunca me sentí discriminada ni nada, y si en algún sentido me pasa entonces me retiro.
Premiada en varias oportunidades, Mesa construyó su arte con profesores de la talla de Manolo Soler, Javier Latorre, Israel Galván, Javier Baron, entre otros. Joven, simpática, apasionada de su profesión, la bailaora deja filtrar su mundo interior a través del baile sobre tablas. Lo mismo hace con sus palabras cuando, con modestia, dice: "Nunca hay que olvidar cuando se empieza y seguir el camino con humildad".
FLORENCIA LAZZALETTA
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