Martes 27 de Mayo de 2008 Edicion impresa pag. 32 > Sociedad
La violencia asuela a un colegio de San Martín
Desde el exterior arrojan baldosas, manzanas y rocían con gas pimienta. Adolescentes esperan afuera a los alumnos para dirimir disputas a las trompadas.

SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- Temor. Cada tarde, la sensación de que algo malo puede pasar se instala entre los directivos y docentes del céntrico CPEM 13 de San Martín de los Andes, ubicado a un puñado de metros de la Comisaría 23. Cual proyectiles, por los ventiluces de las aulas que dan a las calles Perito Moreno o Drury, pueden ingresar un ladrillo, un trozo de baldosa, manzanas o el más sorprendente gas pimienta. Buscan víctimas al voleo y las encuentran, porque ya ha habido docentes alcanzados por los "misiles".

Del otro lado, como formas vagas sobre la acera, los muchachos arrojan y corren, y acaso se ríen de sus tropelías. Cualquiera estaría tentado de llamarles patoteros y vagos, pero la otra parte de esta historia, la que está en la calle, dice que varios de esos jóvenes fueron alumnos de la misma institución, repitentes crónicos, finalmente corridos de un sistema que debiera darles respuesta pero se las niega (ver recuadro).

Poco más a menos, con ese cuadro debe lidiar a diario la vicedirectora del turno tarde del CEPEM 13, Marzia Hernández, quien vienen desde hace meses buscando soluciones, pero con escaso resultado, según se ve.

El CPEM 13 fue el primer centro educativo de enseñanza media de San Martín de los Andes. En tres turnos, mañana, tarde y vespertino, reúne a unos 800 alumnos provenientes de distintos puntos del casco histórico y de los barrios de faldeos que lo rodean. Pero los actos repetidos de violencia virtualmente sólo se suceden por la tarde. La explicación es dramáticamente simple, según cuentan las autoridades del colegio. Los chicos que se dedican al hostigamiento pasan las noches en actividades propias de sus edades y de su situación de marginalidad, por lo que a la mañana duermen. La tarde es la hora indicada para la "diversión".

Al turno tarde del CPEM 13 concurren 302 alumnos. El colegio no tiene patios exteriores, por lo que todas las puertas de acceso y las ventanas dan a las aceras de Perito Moreno o Drury. En ocasiones, se hace indispensable abrir los ventiluces para facilitar la circulación del aire en las aulas. Y con frecuencia, por ellos ingresan los objetos arrojados desde del exterior. De momento, no lo han hecho directamente contra los ventanales, lo que provocaría el estallido de los vidrios y un riesgo aún mayor. Pero a estas alturas, nadie puede asegurar que los violentos no crucen también esa débil barrera.

En cualquier caso, una docente sufrió ya el golpe de un hierro. Y lo más sorprendente ocurrió el pasado miércoles 14, cuando un extraño objeto que despedía un gas irritante ingreso por las banderolas. Resultó ser, según dijeron los policías a la vicedirectora, una granada de gas pimienta. Vaya uno a saber cómo obtuvieron semejante artilugio.

Pero fue la gota que desbordó el vaso, y por fin se hizo una denuncia concreta, por primera vez con nombres y apellidos de los presuntos sospechosos. El caso es, claro, que son menores y el margen de maniobra -dicen- se achica.

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