¿Cómo es que la felicidad del viernes nueve de mayo a la mañana devino en crisis terminal apenas 18 días después? ¿Y cómo es que el derrumbe de un proyecto que tiene apenas cuatro meses se haya derrumbado y vuelto a construir también en 18 días? San Lorenzo y River viven así sus días actuales.

La épica noche copera del Monumental, cuando el azulgrana le empató al "millonario" y lo sacó de competencia, pareció ser el golpe mortal al trabajo de Diego Simeone en Núñez. Y a la vez, la consagración definitiva de Ramón Díaz como el ídolo de los tiempos por venir en Boedo. Pero nada de eso.

Dos semanas después San Lorenzo va camino a la desintegración de un proceso sostenido sobre nada y River, a disputar el torneo Clausura

hasta el final. Es cierto, ni San Lorenzo está fuera de la disputa, ni River vive tiempos felices puertas adentro.¿Qué pasó entonces? Pasaron los resultados, que siempre se llevan puesto todo lo que encuentran por delante.

Es probable que Simeone dure en River mucho menos que lo firmado en su contrato y que Ramón Díaz anuncie esta tarde que el mes que viene se va de San Lorenzo. Al Cholo ya le llueven ofertas de todas partes y en el Nuevo Gasómetro suena cada vez más fuerte Miguel Ángel Russo. Y nada de lo que Díaz y Simeone hayan hecho quedará.

Ambos entrenadores fueron contratados para ganar ya la Copa Libertadores y ya ninguno lo logrará. San Lorenzo eliminó a River y en Núñez se abrió la caja de los truenos. Dos semanas después el eliminado fue San Lorenzo y la tempestad se mudó a Boedo.

Las derrotas desnudaron miserias y conflictos que los triunfos tapaban. Nada nuevo tratándose de fútbol. Sólo que tanta urgencia por ganar a veces trae más derrotas.

JUAN MOCCIARO

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