-Finalmente se sacó el gusto: Vio un Boca-River.
-No, no, yo ya había visto otro Boca-River hace muchos años, pero es un choque tan, tan... tan total, que... habla mucho de los argentinos.
-¿En qué sentido?
-El argentino siempre es muy protagonista, en cualquier orden. No juzgo. Simplemente diagnostico, digo que está, se hace sentir...
-Ortega y Gasset, que nos quiso mucho pero también nos raspó duro, dijo que siempre queremos "ser y ser" y señaló que el argentino "quiere un destino peraltado, exige de sí mismo un futuro soberbio"...
-Y, es un pueblo muy protagonista... y esto se ve mucho en el fútbol, independientemente que Argentina es un país que no se resume en el fútbol, por supuesto. ¡Por favor, que quede claro! El fútbol genera aquí pasiones tan dinámicas, tan firmes, que llevan por ejemplo a que el espectador, el hincha, siempre aparece más comprometido en el resultado que el propio jugador... En Argentina, el resultado manda, exige, reclama. Ganar o perder es una consecuencia que se vive por días. Hay mucha terapia en todo esto... No digo que esto sea una exclusividad argentina, pero el fútbol aquí tiene particularidades que le llegan desde afuera de la cancha, que son muy interesantes para reflexionar. No abundan, por darle un caso, hinchadas como las de Boca. Su equipo puede estar perdiendo por mucho, pero su hinchada lo busca, redobla su aliento.
-Supe que siempre le llamó la atención que un jugador pateara un penal, lo errara, en el mismo partido pateara otro penal, lo errara y luego, ante otro penal, lo pateara él y lo volviera a errar...
-¡Sí, sí, el caso de Palermo!... Yo creo que eso, esa insistencia es hermosísima, independientemente del resultado... es...
-¿Realismo mágico?
-Es, en primer enjuague, folclórico, muy folclórico...
-¿Se lo imagina a Borges entrando a un River-Boca del brazo de Bioy?
-No me lo imagino entrando del brazo de nadie... En todo caso me puedo imaginar a Bioy en la cancha, pero no con Borges... Pero como este es un país muy particular, podría haber sucedido...
-¿Esa particularidad es la que nos lleva, por caso, a preocuparnos porque el 52% de las familias argentinas no leyó un libro en el año último? A usted le llamó la atención porque ese índice fuese tan comentado....
-No, no desmerezco ese índice, no digo que no sea preocupante que aquí y en muchas partes del mundo se esté dejando de leer. Lo que sí dije durante la Feria del Libro, que fue cuando apareció el dato,
es que en México históricamente ese índice es mucho más alto, pero mucho, mucho más elevado. Lo que sucede con Argentina es que viene de una larga tradición de sistema educativo y cultura muy desplegado desde muy temprano en su historia, aquí hubo paradigmas educativos y culturales muy abarcativos... es posible entonces que, bueno, antes se leyera más. Pero el tema de la decadencia o crisis de la lectura es muy amplio en cuanto a sus causales...
-Vayamos a literatura. En relación a "El testigo" o "Llamadas de Amsterdam", ahora en "Los culpables", su prosa emerge, se presenta como más limpia que nunca, avanza a través de una economía de palabras donde por momentos al lector puede seducirlo más ese estilo que el contenido mismo. ¿Cómo reflexiona usted ese estilo?
-Lo que sucede con la serie de cuentos que integra "Los culpables" es que están escritos en primera persona, lo cual facilita ese estilo muy directo. Pero, sí, incluso por influencia de mis relatos periodísticos, donde prima la tiranía del espacio y ésta se conjuga con las premuras que tiene el lector, siempre trato de manejarme con economía de palabras. Por otra parte, cuando uno aborda un cuento desde la primera persona, está muy metido en el personaje, en la formación, en la cultura que tiene ese personaje, personaje que uno ha pensado, dibujado, antes de ponerse a escribir... todo esto facilita, uno sabe de qué se trata.
-Ricardo Piglia...
-Un gran escritor, muy importante además en la reflexión sobre la palabra, la escritura...
-Él sostiene que el escritor de prosa limpia, clara, tiende a atrapar por la dinámica que le impone a lo que escribe y el hecho de que en pocas líneas siempre está abierta la posibilidad de que diga mucho ¿Está de acuerdo?
-Bueno, él sostiene que el estilo siempre expresa una estética, lo cual no quiere decir que estemos obligados siempre a escribir con el mismo estilo. Eso sería encapsularnos. Sí creo que el escritor tiene una obligación que viene del principio de los tiempos: no aburrir... lo mismo le sucede al periodismo, no puede aburrir. En cada línea hay que decir algo o, como mínimo, dejar en claro que si no está diciendo algo en esa línea es porque se se va a decir en la línea que sigue... Mire: el límite es no aburrir. ¿Cómo lograrlo? Explorando, mirando como uno va y va... Escribir es siempre un bucear, una exploración. Lo que hay que quitarle es solemnidad....
-En Argentina, hay mucho periodismo plagado de solemnidad, de bronce de fiscal.
-Eso va en contra del buen relato, siempre juega en contra del relato atrapante, del comentario sugestivo, que acerca al lector, no que lo aleja.
-Leí una nota suya sobre Gelman en "El Mercurio". Hay ahí una reflexión muy interesante. Usted dice que Gelman hizo poesía bajo la "ácida lluvia de la época". Alguien se preguntó hace tiempo: "¿Cómo hacer poesía después de Auschtwitz?" ¿Usted está diciendo que Gelman lo logró a pesar de su tragedia personal?
-En esa nota yo centré mi reflexión en el discurso que hizo al recibir el Premio Cervantes... fue un discurso hecho de fuego y ceniza. Por supuesto que me gusta su poesía, su manejo de la palabra casi tan... tan natural que asombra. Me gusta y comparto su compromiso con la verdad en relación a la tragedia que le tocó vivir a él, a su patria. Y me gusta mucho que no hizo del desarraigo que vivió, de los dolores a los que estuvo sometido, un lamento, sino una búsqueda de la verdad, de la necesidad de hacer de la palabra, de su poesía, muy a pesar de todo lo que le pasó, un canto a la vida. No se hundió en el rencor, en el odio... en esa nota digo que Gelman no es un poeta amarrado a la nostalgia, sino un poeta "que sabe que no hay amor sin risa, ni justicia sin amor". Y precisamente, hablando de poesía o no después de los campos de concentración, en "El Mercurio" recuerdo que Bertold Brecht señaló cuando el nazismo tomaba cuerpo en Alemania que vendrían "malos tiempos para la lírica", sin embargo la poesía siguió y sigue... el canto sigue...
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@rionegro.com.ar