BOGOTÁ (AFP) - La muerte del líder histórico de las FARC, Manuel Marulanda, supone el mayor golpe moral para esa guerrilla colombiana en 44 años de existencia y amplía el espectro del ala política del grupo de cara a un canje de rehenes y una solución pacífica del conflicto, estiman analistas.
"Es un hecho de la mayor importancia porque Marulanda era el mito fundacional de las FARC", dijo Alejo Vargas, politólogo de la Universidad Nacional (pública).
Alias "Tirofijo" falleció el 26 de marzo a los 80 años de un paro cardíaco, según admitieron las FARC ayer en un comunicado en el que anunciaron que su sucesor será Alfonso Cano, responsable ideológico y líder de la tendencia moderada.
"Es el golpe más importante para las FARC. Marulanda cohesionaba a la guerrilla, oía las opiniones de todas las vertientes y consolidaba una sola posición. Era el hombre histórico, el fundador, el que tenía la última palabra", señaló el ex comisionado de paz Camilo Gómez.
Carlos Lozano, director del semanario comunista Voz y uno de los pocos periodistas que pudo entrevistar a Marulanda, coincidió en que el deceso deja un "vacío grande" en las FARC y "afectará la toma de decisiones" entre los siete miembros del "secretariado" (cúpula), aunque no creará divisiones.
El experto en seguridad Alfredo Rangel subrayó que la muerte de Marulanda ocurre en momentos en que las FARC han sufrido los mayores golpes militares de su historia, como la pérdida del número dos, Raúl Reyes, el 1 de marzo. Relativizando esa opinión, el ex jefe de las Fuerzas Militares, general Manuel Bonnet, sostuvo que "lo que murió fue el símbolo de la guerrilla, pero en el plano militar todo seguirá igual".
El deceso de Marulanda también plantea expectativas en torno a la posibilidad de negociar con su sucesor un canje de secuestrados, entre ellos la colombo-francesa Ingrid Betancourt, por rebeldes presos y una solución pacífica del conflicto. "'Tirofijo' representaba la línea más agraria y fundamentalista del comunismo.
El ex comisionado Gómez destaca que Cano "tiene una larga experiencia como negociador", tras participar en los años 90 en los diálogos de Caracas y Tlaxcala (México). "Es de una línea más política, lo que no necesariamente facilita las cosas porque puede ser más doctrinario", anotó. "Cano puede tener un mayor margen de maniobra con miras al canje y un proceso de paz, pero tiene un desafío interno que es mantener la cohesión", afirmó Alejo Vargas. "Podríamos pensar que la línea política, que venía compitiendo con el ala militar, terminará imponiéndose, lo cual sería una buena noticia para el intercambio humanitario", comentó el ex presidente Ernesto Samper.