BEIRUT (AFP) - El general Michel Suleiman llenó ayer el hueco dejado por Emile Lahud en noviembre de 2007 y se convirtió en el nuevo presidente de Líbano tras ser elegido por el Parlamento, en el primer paso para acabar con la crisis que puso al país al borde de la guerra civil.
Suleiman prestó juramento tras una sesión en la que recibió el apoyo de 118 de los 127 diputados y pidió a "los políticos y ciudadanos que inicien una nueva fase" en la que se cumplan "los intereses de la nación".
La elección del presidente libanés, saludada con disparos de alegría en las calles de Beirut y en las de su pueblo, Amchit, fue posible gracias al acuerdo entre la mayoría parlamentaria y la oposición, liderada por la organización chiíta Hizbollah, firmado el 21 de mayo en Doha.
El general Suleiman, de 59 años, comandante en jefe del Ejército libanés desde 1998, cristiano maronita, la comunidad de donde se eligen a los presidentes libaneses, tiene ahora la difícil tarea de iniciar la reconciliación.
Con motivo de su nombramiento, dos semanas después de
una ola de violencia que dejó 65 muertos, el país se engalanó con banderas libanesas y retratos del nuevo presidente, en medio de un imponente despliegue de seguridad en torno a la sede del parlamento.
Un gran número de representantes internacionales asistieron a la sesión, como el emir de Qatar, el jeque Hamad ben Jalifa al Thani, el secretario general de la Liga Árabe, Amr Musa, el jefe de la diplomacia francesa, Bernard Kouchner, y el de la española, Miguel Angel Moratinos.
También estaban los cancilleres de los principales sostenes internacionales de los dos bandos libaneses, como el ministro saudí de Relaciones Exteriores, Saud al Faisal, valedor de la mayoría parlamentaria, y Walid Muallem y Manuchehr Mottaki, sus homólogos de Siria e Irán, aliados de Hizbollah
Aunque el acuerdo de Doha despertó el optimismo de las diferentes capas de las sociedad libanesa, lo cierto es que sólo se pudo alcanzar con importantes concesiones a Hizbollah.
La oposición ocupará 11 de las 30 carteras y podrá usar el derecho a veto para imponer su voluntad en decisiones importantes, como la seguridad del Estado.
Esta reivindicación fue el origen de la crisis que comenzó en noviembre de 2006 cuando cinco ministros chiítas dimitieron reclamando para la oposición la influencia que finalmente han logrado tras la muestra de fuerza de los últimos enfrentamientos, en los que los partidarios de Hizbollah se hicieron con varios sectores de Beirut. Tras la elección del presidente está previsto que el actual gobierno, dirigido por el primer ministro, Fuad Siniora, dimita y se abran las consultas para la formación de un nuevo gobierno que conducirá al país hasta las elecciones generales de 2009.