Domingo 25 de Mayo de 2008 Edicion impresa pag. 37 > Sociedad
CURIOSIDADES PATAGONICAS: Calderón y Austin, el operador de la Cochamó

" Denuncia y venganza. Para 1908, cuando la denuncia del maestro Vicente Calderón sobre la necesidad de frustrar la venta de buena parte del valle de Cholila a la compañía chilena Cochamó, produjo la venganza de muerte contra el denunciante (ejecutada con disparos a la cabeza por policías corruptos) y a la que sobrevivió el maestro, los destinos de esa compañía apropiadora cayeron en picada. Las familias galesas que iniciaron la colonización del valle del río Chubut -luego del desembarco del Mimosa en Madryn el 28 de julio de 1865-, fueron mayoritariamente laboriosas y honradas. Los colonos que cayeron en la avaricia, las malas artes y hasta el delito, tuvieron la condena social del resto. Claro que el manto del olvido sobre ellos, el grueso maquillaje o el directo ocultamiento, consiguió la obstinada defensa de los descendientes. Así algunos que prevaricaron en la función pública o estuvieron fuera de la ley trascendieron impunes. Una investigación minuciosa descubre que la historia de muchos hechos en que participó el galés Tomás T. Austin (arribado niño y huérfano en el Mimosa, luego gerente inicial de la Compañía Mercantil del Chubut, primera cooperativa comercial de la colonia) estuvieron rodeados de raras complicaciones. ¿Por qué eligió ese camino?

" Delitos entre galeses. Este paréntesis sirve para ejemplificar los baches de todo fenómeno socio cultural al que no escapan las mejor reputadas sociedades. Poco más de un año después del intento de asesinato Calderón en 1908, el maestro con tanto predicamento entre las tribus como entre los colonos galeses (desposó a Elena Pugh de esa colonia), se produjo el crimen del prestigioso ingeniero galés Lloyd Ap Iwan, consumado en la tienda sucursal de Arroyo Pescado, no lejos de Esquel, conocido como el asalto a la Compañía Mercantil del Chubut. Sólo ese trágico escenario, a fines de 1909, puso a tres galeses en distintos roles, a saber: 1) el de la víctima que había trabajado para orgullo de su familia y de los galeses (también de los argentinos, ya que el ingeniero Ap Iwan intervino eficazmente en las comisiones del conflicto limítrofe con Chile, y hasta su nombre quedó en la toponimia patagónica); 2) el de Mansel Gibbon, de familia galesa, y unido en banda a los norteamericanos Bob Evans y William Wilson para cometer ese asalto, conformado trío que también protagonizó el tiroteo llamado del "cañadón de los bandidos" y más tarde perpetró el secuestro del estanciero Román Lucio Ramos Otero. Y finalmente, 3) el tercer galés que interviene en el asunto de Arroyo Pescado: nada menos que el ya exonerado comisario Eduardo Humphreys en 1906 por su sospechoso comportamiento e indolencia respecto a los bandidos norteamericanos de Cholila (baja decretada por decisión gubernamental y con firma del presidente de la República). Esta vez, el comisario, que había logrado reincorporarse, llegó a Arroyo Pescado tarde y embriagado (según todos los testimonios y el de la flamante viuda de Ap Iwan).

" Vidas paralelas diferentes. El maestro denunció a la Cochamó y la compañía para la que Austin negociaba desde 1900. Pudieron conocerse en Gaiman o en la Colonia 16 de Octubre donde el lote agrícola 44 de los 50 que constituyeron la colonia, no lejos de Cholila, pertenecía a Austin. Éste era 18 años mayor que Calderón y llegó a ser uno de los primero habitantes de Esquel (ver foto), región donde también vivieron familiares de su esposa Mary Williams. Calderón vivió magramente como maestro y crió 7 hijos, mientras que la prole de Austin ya alistaba 9 vástagos cuando era el encargado de comprar para la Cochamó las "mejoras" establecidas por los ocupantes de las tierras de Cholila, incluso a los bandidos norteamericanos. Austin, resultó, definitivamente, un negociador sin fronteras -geográficas y éticas, como salta a la vista- y que ese mismo en 1905 tejió un oscuro negocio de ganado con un presidiario criminal e influyó en facilitar su fuga de la cárcel del Rawson. (Continuará)

 

FRANCISCO N. JUÁREZ

fnjuarez@sion.com

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