Domingo 25 de Mayo de 2008 Edicion impresa pag. 32 y 33 > Sociedad
Despojados, desangelados, muy solos
Los tenebrosos casos que involucran a niños, niñas y adolescentes como víctimas, ocurridos en los últimos días, llevan a preguntar a especialistas de violencia familiar si no estamos frente a "un infanticio" en la Argentina. "A falta de un Estado social tenemos ahora sólo un Estado penal", alertan. "Se están asesinando almas, antes que nada", advierten. ¿Hasta cuándo?.

En sólo una semana se produjeron hechos tan brutales que involucran a niños, niñas y adolescentes como víctimas que llevaron al replanteo, una vez más, de la situación que viven nuestros chicos. En primer lugar, en el Barrio San José de Almirante Brown, la muerte de la niña Milagros (2), aparentemente provocada por dos niños apenas más grandes que ella (C., 7 y E., 9).

Luego, el accidente de tránsito en la Ruta 197, en José C. Paz, en el que falleció Liliana, una madre adolescente (19) y sobrevivió su bebé Alexis (9 meses).

El miércoles, un bebé de seis meses murió en medio de la extrema pobreza, en Roca. Sufría pulmonía y dormía en un colchón sobre el piso de tierra. Sólo se calentaban con leña. Lo encontró sin vida su hermanito mayor.

El jueves último, el incendio de una casilla de la Villa Elvira, en La Plata, en el que fallecieron cinco hermanos: Melina (12), Tamara (9), Joana (7), Patricio (6), César (3), y sobrevivió, aunque en grave estado, Gonzalo (11).

Este viernes apareció degollada Sofía, de tres años, en Chimpay, un caso que conmocionó a toda nuestra región.

En menos de una semana, un bebé, siete niños y niñas y una adolescente muertos, un bebé y un niño sobrevivientes de dos tragedias y dos niños atravesados para siempre por la marca de haber provocado una muerte.

"Entre todos estos casos, pese a ser obviamente diferentes entre sí, existe un punto común: la casi total ausencia del Estado social. La falta de vivienda, escuela, esparcimiento, vida social, contención afectiva y emocional como en el caso de los niños del Barrio San José. La falta de un paso a nivel en el caso de la adolescente de José C. Paz. La falta de una vivienda digna, con servicios públicos -luz, gas, agua- en el caso de los niños quemados vivos en La Plata", sostiene Claudia Cesaroni, del Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos de Buenos Aires.

Preocupada, analiza:

* "Entonces, las soluciones y las opiniones alarmadas de periodistas y psiquiatras: asesinos con chupete, niños demonios, asesinos al volante,

desidia materna. Una jueza de menores de Lomas de Zamora, Marta Pascual, que en su momento fue funcionaria del ex gobernador Eduardo Duhalde, y que no está a cargo de la causa pero "tuvo acceso a ella y al informe de los peritos", según Clarín y "colabora", según Página 12, es citada en estos diarios diciendo: "Por momentos son ángeles y por momentos son demonios", "comprendían lo que estaban haciendo", "no se conmovieron ante el dolor de la niña" y "de alguna forma les causaba placer".

* "Marta Pascual y los medios que reproducen sus palabras arrasan con un largo listado de normas internacionales de derechos humanos que intentan proteger el derecho de los niños. De todos los niños, aún de aquellos acusados de cometer algún hecho violento, cruel, doloroso.

* "Por ejemplo, el derecho a proteger su intimidad: Clarín publica el jueves último una nota en la que menciona los nombres de pila de los niños, el de su abuela y su madre, y la acompaña con una foto de la casilla miserable en la que vivían ellos y aún vive su abuela. También cuenta a qué escuela iban, y los testimonios de vecinos/as sobre la vida que llevaban, el carácter de su madre y sus posibles adicciones.

* "Por ejemplo, el principio de inocencia: Salvo algunos casos aislados, en que se utiliza el término "presuntos" para referirse a los niños, todos los medios y aún la jueza citada, habla de ellos como los autores de la muerte de Milagros. Aquello de que nadie es culpable hasta que una sentencia así lo dictamina, no existe o no importa.

* "Por ejemplo, el derecho de defensa: En la Argentina, todo niño menor de 16 años, haga lo que haga, es considerado inimputable. Es decir, no puede considerárselo autor de un delito. Esto no significa que no puedan cometer actos reprochables, sino que deberían abordarse estos actos, no desde la justicia penal, sino desde otras áreas del Estado. No desde el castigo, sino desde la concepción de que esos actos son consecuencia de una vulneración previa de sus derechos. Sin embargo, estos niños -recordamos, de 7 y 9 años- fueron llevados a una Comisaría primero, y ante el juez de menores después. Frente a policías y frente al juez, contaron lo que habían hecho "de un modo frío" según dicen los diarios que contó la jueza Pascual. ¿Tuvieron algún tipo de asesoramiento jurídico? ¿Acceso a la defensa? ¿Alguien le avisó a su madre y a ellos que podían negarse a declarar? No, por supuesto. ¡Son niños! ¿A quién se le va a ocurrir recordar que cuando nuestra Constitución garantiza el derecho a la defensa y a no autoincriminarse a todos los ciudadanos, ese "todos" incluye a los niños?".

 

Cesaroni, considera, tras este análisis, que "se violan los derechos humanos de niños y niñas al condenarlos a vivir en casillas inmundas de barrios desangelados, sin acceso a ninguna de las cosas que garantiza nuestra Constitución, y después, se abordan sus tragedias violando otra vez sus derechos. Para mejor información de quienes no conozcan las normas, o para quienes las hayan olvidado, véase el artículo 40 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que tiene jerarquía constitucional (Art. 75, inc. 22 de la Constitución Nacional). Es decir, goza del más alto valor legal que puede tener una norma en nuestro país".

 

Para la licenciada en Psicología María Beatriz Muller, "es siniestro observar lo que está ocurriendo ahora con niños, niñas y adolescentes" en la Argentina.

Y se pregunta no tanto para provocarnos sino para comprometernos: "¿qué nos pasa como sociedad que todavía no entendemos la importancia de ocuparse de ellos?, ¿quién o quienes están realmente haciendo valer esos derechos que tanto se proclaman?, ¿qué políticas públicas se están poniendo en marcha para la protección de esos derechos?".

"Sigo escuchando discursos y declamaciones pero sin acciones, o tal vez lo que es peor, asisto a un retorno al pasado, una vuelta a etapas superadas, la omisión de la acción nos recuerda el momento del infanticidio", dice.

Muller recurre a Lloyd de Mause, investigador contemporáneo, para describir los seis estilos diferentes de relación paterno filial, que definen seis estilos de concepción social de la infancia:

- El infanticidio: Se desarrollo desde la Antigüedad hasta el siglo IV D. C. Aquí el lugar del niño era meramente objetal, estaba enteramente sometido a la voluntad del padre, éste decidía sobre su vida o su muerte.

- El abandono: Característico entre los siglos IV al XIII. Los padres comenzaron a aceptar a los niños como poseedores de alma y fue en el año 374 que es considerado asesinato dar muerte a los niños. Por lo que en este periodo lo característico es el abandono de los niños en lugar de su asesinato.

- La ambivalencia: Tuvo su apogeo entre los siglos XIV y XVII. Los niños comienzan a participar de la vida afectiva de los padres. Los padres se preocupan por controlar lo que pasa en el cuerpo de sus hijos, es en este periodo que aparecen manuales de instrucción infantil, en donde se recomendaban castigos corporales y se restringían sus movimientos.

- La intrusión: Dicho modo define la relación paterno filial en el siglo XVIII. El niño ya tiene alma aunque es del tipo salvaje y maligna. Los castigos son sustituidos por el encierro en cuartos durante horas o incluso días.

- La socialización: Va desde el siglo XIX hasta el XX. La crianza se centra en la dominación de la voluntad del infante, guiar su educación por el buen camino. El padre comienza a interesarse en la crianza del niño.

- La ayuda: Se refiere a la segunda mitad del siglo XX. Se basa en la idea de que el niño sabe mejor que el padre lo que él mismo necesita para sí. No recibe golpes. Momento idealizado.

"Sabemos que este es un recorte histórico que nos permite acercarnos parcialmente a las características generales de la manera en que eran tratados los niños, niñas y adolescentes; pero sabemos que coexisten actualmente, acaso no reconocemos en las noticias de todos los días situaciones que se asemejan demasiado a estas modalidades... La verdad es que mucho no ha cambiado la situación de la infancia: desde el discurso parecería que sí, pero desde la realidad, desde el contacto directo con los chicos y chicas lo vemos reflejado en las historias actuales, y cada vez con mayor gravedad y con un aumento de casos que realmente asusta", agrega Muller, líder de la ong "Salud activa", que ayuda a la infancia desamparada (www.saludactiva.org.ar).

Este punteado de Lloyd de Mause que grafica la evolución en los derechos de la infancia, ahora, se ha derrumbado. Hemos retrocedido al principio de los principios. Terrible pero cierto.

Lo que llevó siglos progresar bastó apenas unos años para violarlos y volver a los inicios más brutales que vivieron nuestros niños, replica Nara Osés -defensora del Niño y el Adolescente de Neuquén- desde los tiempos que encabezó la resistencia a los embates brutales del sobichismo contra la ley 2302.

 

"La gravedad de este momento es la indiferencia disfrazada de preocupación que venimos observando de parte de quienes deberían ocuparse, que inexorablemente nos está llevando a un verdadero infanticidio. Infanticidio que aparece en adolescentes que son asesinados por gatillos fáciles, adolescentes que se suicidan. Niños y niñas que mueren a manos de violadores, sectas, drogas, redes de trata y los propios padres. Niños y niñas a quienes se le muere la infancia; tristeza y desolación, vivir en la calle; me pregunto, ¿acaso no estamos frente a un infanticidio del que la sociedad es responsable?, ¿cuántos niños, niñas y adolescentes deben morir real o simbólicamente, para que el Estado tome la decisión política de ocuparse realmente de la infancia?", termina Muller de razonar, en voz alta.

"Es que hoy vivimos un arrasamiento de los estados anímicos", comenta por su parte Liliana Alvarez, psicóloga y doctora en psicología clínica entre otros cargos, en su paso por Cipolletti, tras brindar un seminario organizado entre la Dirección de Postgrado de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNC y el Centro de Estudios Canadienses Comahue.

Sin egoísmo intelectual, Liliana recupera una definición que tanto le subyugó de su colega Fernando Ulloa (quien sostiene que en la Argentina se vive lo que él denomina la "cultura de la mortificación", que no sólo significa el sufrimiento sino también "una luz mortecina, como la alienación, la apolítica, la zozobra de la costumbres: lo que es un hecho anómalo pasa por ser parte de la cultura").

"¿Por qué tanta violencia?", le preguntamos. Y es aquí donde Liliana recupera a Fernando Ulloa al decir " que cuando algo que debiera estar presente está ausente -como el abrigo, el alimento y el buen trato- el hombre solo sobrevive".

¿Falta que lo repitamos? Cuando falta "abrigo, alimento y buen trato" el embrutecimiento de la población es un riesgo más que alto. Ulloa, al respecto, ha dicho: "Un alto porcentaje de los que estamos incluidos -o recluidos en barrios privados, en los radio taxis, en el miedo-, es indiferente a la situación de esa enorme cantidad de conciudadanos que están excluidos, indigentes o al borde de la indigencia. Esa indiferencia también provoca embrutecimiento. La ética del sobreviviente de la marginación es, casi inevitablemente, la violencia, porque él mismo está violentado. Cuando el individuo está en esa condición tiene lo que yo llamo el Sindrome de Padecimiento. Esto es: la pérdida del coraje, de la lucidez y del contentamiento. Sólo tiene reflejos".

Cuando uno sobrevive en medio del desamparo psicosocial, continúa Liliana, la violencia es la estrategia que se impone. "A la violencia estatal le sigue la social, luego la institucional, después la familiar. Es así, entonces, como la cárcel, el juzgado, el hospital o el cementerio se transforman en los destinos inexorables para los sobrevivientes de este momento de la Argentina", agrega Liliana.

"Estos desamparados viven muertos como los hombres sin sueños. Sin afectos, sin sentimientos, sin protección, en la extrema pobreza económica; están arrasados psicológicamente. Hoy, así, se están asesinando muchas almas", termina Alvarez.

 

Varios casos estallaron esta semana cuyas víctimas fueron chicos nuestros donde las responsabilidades de que ello ocurriera, en buena parte, exceden a la de sus posibles culpables individuales. No son casos aislados ni alejados: pasan acá nomás, cerca nuestro. "Tenemos que intervenir y exigir intervención", concluyeron las entrevistadas, para "terminar con este terror que mata a los chicos".

 

HORACIO LARA

hlara@rionegro.com.ar

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