| ||
El oficialismo rionegrino anticipa el debate de proyectos con vistas al 2011 | ||
El próximo acto de Allen abrió una nueva pulseada. El apresuramiento también alcanzó a las filas del PJ. | ||
Una convocatoria radical para Allen, la elección del PJ y los sondeos de terceras fuerzas son escenas cotidianas que ocultan el vertiginoso tiempo en Río Negro de los proyectos para el 2011. El triunfo de Bariloche fue sólo un instante de goce. El oficialismo volvió rápidamente a sus pujas y la nueva se concentra en el objetivo de la reunión del sábado en Allen. El gobernador Miguel Saiz convocó y ordenó un encuentro partido-gobierno, pero volvió de EE.UU y lo esperó un llamado acotado a lo partidario para lanzar una línea radical, enmarcada en la Concertación. Este oficialismo se reacomoda en su polaridad interna: gestos en favor del kirchnerismo y contactos con la intervención radical. El conflicto con el campo y el derrumbe de la imagen K impone un distanciamiento, según expresa la receta del pragmatismo oficial. En contrapartida, la orgánica nacional de la UCR requiere un rol opositor para avanzar en la normalización partidaria. Una exclusiva meta partidaria para Allen reposicionó a Bautista Mendioroz en rechazar ese llamado porque advierte un peligroso riesgo: más posicionamiento K. Su visión le llegará al gobernador. Otra pulseada de Mendioroz con el presidente del bloque radical, Daniel Sartor, firme impulsor de Allen para "motivar y reposicionar a los radicales rionegrinos". La real razón de esa disputa hay que buscarla en el poder que discuten para las candidaturas del 2011. El vicegobernador tiene la suya y Sartor genera la propia enfrente, que incluye al cipoleño Alberto Weretilneck, Jorge Ferreira y también al ministro Pablo Verani. ¿Qué hace Saiz?. Poco y nada. Lo último se remonta a diciembre cuando advirtió que destruiría a quien se anticipe a los tiempos electorales. Nadie tomó en serio semejante advertencia. Sólo el desierto de autoridad que impone Saiz explica el presente vértigo político-electoral a un año de su reelección, a seis meses del inicio de su segundo gobierno y faltando, por lo menos, tres años -más de 1.000 días- para otra elección provincial. La histeria oficial replicó rápidamente en el justicialismo y el resto de la oposición. La renovación del partido justicialista -con elección para el 6 de julio- se transformó en un objetivo deseable. El intendente Carlos Soria entendió que debe acceder a esa conducción para manejar el proceso de su candidatura a la gobernación. El ímpetu del roquense desplazó el diseño original que reservaba ese cargo para el senador Miguel Pichetto. "Llegan tarde", fue la molesta reacción del parlamentario frente al operativo clamor de los jefes comunales para defender su candidatura. Pichetto había pedido ese respaldo, pero se demoró y Soria se instaló. Entonces, el senador no quiere compulsar, menos con el roquense. Dejará ese espacio y sólo resguardará ciertos dirigentes suyos. Por caso, Ariel Rivero presidirá el Congreso partidario, como insinuando un entendimiento de partes. La impronta y la estrategia de Soria marcará otro futuro para el Frente para la Victoria. Pichetto logró fuertes lazos con Julio Arriaga. El cipoleño y el roquense se desconfían. Sólo la destreza y el esfuerzo del diputado -que pretende su reelección el año próximo- podrá sostener al Frente Grande en la sociedad con el PJ y para eso necesitará que Weretilneck demore su obvio entendimiento con el oficialismo. El ARI también expuso su método para confluir en la Coalición Cívica: la inclusión de los radicales extraños al actual oficialismo, y apuntó al ex vicegobernador Mario De Rege y al ex diputado Fernando Chironi. Demasiada vertiginosidad electoral. ADRIÁN PECOLLO | ||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||