Domingo 25 de Mayo de 2008 Edicion impresa pag. 28 > Internacionales
La eterna disputa por pastos y petróleo, en Sudán

NAIROBI/JUBA (DPA).- Miles de personas vuelven a huir de Sudán.

Sin embargo, esta vez no se trata de Darfur, sino de la línea fronteriza que separa el norte y el sur del maltratado país.

En muchos de los cerca de 50.000 habitantes de Abjej, una ciudad de la zona, el éxodo masivo de los últimos días despierta los recuerdos de la sangrienta guerra civil.

En algunos casos, apenas hace uno o dos años que abandonaron los campamentos de refugiados, tras el acuerdo de paz de 2005 que garantizaba al sur una autonomía parcial, con la esperanza de empezar de nuevo.

Pero los recientes enfrentamientos entre las fuerzas armadas sudanesas (SAF) y los ex rebeldes del ejército de liberación popular sudanés (SPLA) han truncado esas esperanzas.

Más de tres años después de la firma del tratado de paz siguen produciéndose una y otra vez tensiones y disputas entre el gobierno central de Jartum y el regional de Juba.

Pero en muy pocos lugares la paz es tan quebradiza como en Abjej, ubicada justo en la frontera.

Sus yacimientos de petróleo y sus tierras de cultivo, utilizadas tanto por los divididos clanes nómadas del norte como del sur, son ansiados por ambas partes.

Para la mayoría de habitantes del país, los periodos de paz eran y son la excepción, no la norma. Desde su independencia, en 1956, sólo ha habido 11 años en los que Sudán se ha visto libre de conflictos internos.

Las disputas entre los musulmanes de origen árabe del norte y los cristianos animistas negros del sur se centraban en el poder, el acceso a las materias primas, la religión y la influencia de los distintos grupos éticos.

La guerra civil, que comenzó en 1983 y se prolongó durante 21 años, fue una de las más largas y sangrientas de África. Más de dos millones de personas murieron y más de 4,5 millones se vieron obligadas a huir.

En 2011, un referéndum decidirá el estatus definitivo de Abjej y sus yacimientos petroleros. Los acuerdos de paz prevén que los ingresos provenientes del crudo se repartan entre norte y sur y que los campos de cultivo queden a disposición de los nómadas de ambas regiones a partes iguales.

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