Domingo 25 de Mayo de 2008 Edicion impresa pag. 42 y 43 > Cultura y Espectaculos
El Coliseo argentino cumple cien años
Clausurado e intervenido, el Colón festeja hoy su centenario

El Teatro Colón, dependiente del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cumplirá hoy unos raros 100 años, clausurado y con su estructura intervenida por un Máster Plan fracasado, propuesto por dos gobiernos anteriores y sin fecha cierta de apertura.

Esa situación lleva a que los festejos se cumplan en Buenos Aires en el teatro Opera, el Auditorio de Belgrano, el "foyer" del Colón, la Catedral metropolitana, el centro Amijai y la basílica Nuestra Señora del Rosario, además del ex cine Bristol (Martínez), el Rafael de Aguiar (San Nicolás) y locales de provincias.

El caso es grave porque el Colón es famoso en todo el mundo por sus innumerables virtudes, que lo sitúan entre los teatros líricos más codiciados por cantantes, bailarines y músicos internacionales.

Su telón se levantó el 25 de mayo de 1908 con "Aída", de Giuseppe Verdi, con gran pompa y autoridades nacionales de punta en blanco; cantaron Lucia Crestani, Amadeo Bassi y Vittorio.

Desde aquella lejana noche de hace un siglo, por el magno escenario pasaron todos los grandes: Arturo Toscanini, Isadora Duncan, Enrico Caruso, Richard Strauss, Vasili Vasiliev, Vaslav Nijinsky, Igor Stravinsky, Beniamino Gigli, Mijail Barishnikov. También estuvieron Alfedo Kraus, Claudio Arrau, Claudia Muzzio, Ottorino Respighi, Andrés Segovia, Victoria de los Angeles, Zubin Mehta, Yehudi Menuhin, Rudolf Nureyev, Maria Callas, José Carreras, Plácido Domingo, Luciano Pavarotti, Manuel de Falla, Pablo Casals, Julio Bocca.

Durante un lustro, desde su inauguración, el Teatro fue manejado por el empresario Cesare Ciacchi, quien trajo figuras como Titta Ruffo, Feodor Chaliapin, Giuseppe de Luca, Lucrezia Bori, Tito Schipa, María Barrientos, Eugenia Burzio y otros famosos de entonces.

La Primera Guerra Mundial puso en peligro varias temporadas, pero la pujanza del país que venía de festejar su Centenario como granero del mundo hizo que la actividad no se terminara.

En 1915, Caruso temía atravesar el Atlántico por miedo a que su barco fuera hundido y exigió -para que su pedido fuera rechazado- nada menos que 60.000 dólares por diez funciones. El Teatro se los pagó. Cuando le recomendaron guardar el cheque en Italia, por las dudas de un accidente oceánico, el famoso tenor se negó: "Si nos hundimos no podré cantar, y sería una estafa", dijo. Debutó el 26 de mayo de ese año con "I pagliacci", de Ruggero Leoncavallo.

 

¡Al Colón, al Colón!

 

Pero no sólo de "bel canto", ballet y música culta se nutrió el primer coliseo: la frase "¡Al Colón, al Colón!" se hizo realidad para muchos artistas del tango, el folclore y otras músicas; Astor Piazzolla, Los Chalchaleros, Osvaldo Pugliese y hasta la misma Soledad Pastorutti conocieron los halagos de la casa.

En un siglo, la sala tuvo anécdotas de todo tipo, desde una bomba en la platea (1910), protestas de anarquistas encabezados por Severino di Giovanni (1925), la censura a "Bomarzo" (1967, dictadura de Onganía), de Alberto Ginastera y Manuel Mujica Láinez, y hasta su alquiler al Chase Manhattan Bank (1980) para una función privada.

En épocas de Onganía, un olvidado funcionario suspendió la representación de "El anillo del nibelungo", "La valquiria", "El oro del Rin", "El ocaso de los dioses", de Richard Wagner, sin saber que formaban parte de la "Tetralogía". "¿Cómo se van a dar tantas óperas de un sólo autor?", se preguntó.

Corrían los años de la última dictadura militar y el poderoso ministro José Alfredo Martínez de Hoz hizo vaciar el patio de plateas para ofrecer un suculento banquete a empresarios argentinos y extranjeros, en una metáfora cruel de lo que pensaba aquella gente.

De todos modos, los brillos del Teatro Colón fueron muchos más y más significativos que las penurias causadas por la estupidez humana.

En 1940, Arturo Toscanini lo visitó por segunda y gloriosa vez, al frente de la NBC Orchestra -desde entonces fue un huésped habitual- y María Callas hizo su presentación en 1948, en los comienzos de su esplendorosa carrera.

Todos los grandes del siglo XX y el presente pisaron su escenario, por ahora vacío y sin vida. Habrá que esperar que el destino y el gobierno porteño decidan revivirlo para volver a disfrutar del arte que antaño fue para las clases privilegiadas y ahora debería volcarse al pueblo. (Télam).

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí