Con la vaca, el toro y sus descendientes, en la Argentina se puede hacer lo que uno quiere. Desde incorporarlos al lenguaje político cuando se ha querido estigmatizar a una clase integrante del elenco agropecuario, la "oligarquía vacuna", hasta convertirlos en un producto industrial que sólo prescinde del mugido. El genocidio vacuno en este país, que sumándole corderos, cerdos y chivos hizo de los argentinos los mayores consumidores de carne del planeta -sin siquiera conmover a los defensores de perros y gatos mostrencos- sería un crimen en la India, porque allí las vacas son sagradas.
Lo que pasa en aquel país es que una de las corrientes más importantes del budismo sostiene que vaca es lo que llaman aghania, lo que no debe ser matado. Matarlas es tabú.
¿Por qué no? Por el "ahimsa", una palabra del sánscrito que significa "no violencia". El vegetarianismo es salud, pero a la vez constituye una manifestación de no violencia contra las vacas y otros animalitos de Dios.
Hiram, un Hare Krishna, dice que las vacas son santas, lindas y buenas. Desde que llegamos al mundo nos dan la leche y todos sus subproductos: manteca, queso, yogures y esa gran creación argentina que es el dulce de leche.
Eran, por eso, muy queridas por el Dios Krishna, el mesías que descendió sobre la tierra unos tres mil años antes de Cristo. Lo llamaban Gopala, palabra que significa "protector de las vacas". En la India, como en cualquier país del planeta, hay McDonald's, pero las hamburguesas sólo pueden ser de pollo (por alguna razón, Krishna no les tenía simpatía a los pollos).
Como el lector ya debe de estar preguntándose a qué viene esta digresión sobre las vacas sagradas -y su relación con el fiscal Patti- es hora de explicarlo.
Para ser claro, conviene comenzar por decir que, en los días que corren, Patti se ha colocado del lado del vocal todavía sobreviviente en el Tribunal Superior de Justicia, Eduardo Badano, para defenderlo de las acusaciones del camarista Héctor Rimaro, quien sostiene que aquél le impuso una licencia para que no votara a favor de ATEN en la causa Fuentealba II.
En aquellos días (noviembre del 2007) Badano -Rimaro dixit- le envió un mensaje de texto pidiéndole que se comunicara con Patti. Y a la vez éste le pedía que se encontraran, lo que finalmente se hizo en el bar del hotel del Comahue.
De lo conversado, Patti declaró ante la comisión legislativa que realiza una investigación preliminar al juicio político que lo denunciado por Badano era -así lo publicó este diario- "una hipótesis" para él "descabellada", cuando en realidad era una denuncia que lo involucraba. Y luego dijo que Rimaro, por su "celo profesional", nunca le habría permitido "preguntarle una cosa así". De lo que se trataba, sin embargo, no es si se lo habría permitido, sino de si le hizo la pregunta.
Como una lapa, Patti venía pegado a Badano desde, por lo menos, fines del 2004. En diciembre de ese año la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia neuquina se pronunció contra la decisión de someter a un jurado de enjuiciamiento al fiscal Ricardo Mendaña. Integraban el jury los vocales del TSJ Eduardo Badano (que sigue), Jorge Sommariva y Roberto Fernández (que ya no siguen), los tres recusados, sin éxito, por Mendaña. Un respetable número de magistrados y funcionarios, entre los que no estuvo Rimaro, adhirió al pronunciamiento.
A Patti, nuevamente ascendido en esos días en reconocimiento a los servicios prestados, el pronunciamiento no le gustó. A tal extremo, que hizo circular un correo electrónico en el que decía que la declaración de la Asociación le sonaba "más a venerar una vaca sagrada que a un sincero y real análisis de la situación". Después de investir a Mendaña con la nominación de "vaca sagrada", añadía "con todo respeto" que "la magnitud del problema es de tal entidad que parecerían no haberse comprendido las dimensiones a las que puede llegar". Y para ayudar a entender las "dimensiones" se despachaba con una parrafada cercana a las cumbres de la literatura judicial : "Arremeter a ciegas como un toro furioso o una tromba en la estepa aparece como propio de las epopeyas del medioevo, con fastuosidad o embelesamiento, pero ajeno a la templanza para ejercer nuestro ministerio". ¡Qué lo parió!, diría el gran Mendieta.
Era suficiente la catilinaria para hacerse merecedor de un ascenso. Pero como juzgó que este diario no valoraba debidamente su currícula, la detalló en una carta de lector. En el final de esa carta, se quejó cortésmente de que el mail enviado a la Asociación fuera publicado, ya que había sido emitido solamente "para una reunión de comisión directiva ampliada y su única finalidad fue ser vertida interpares". Finalmente, y antes de destacar que la carta era el símbolo de su compromiso con la Asociación (diríase que también simbolizaba otro compromiso), decía, con contenida solemnidad, que ignoraba las vías por las cuales (la carta) llegó a este diario.
Vamos, un poco de imaginación, doctor. Es claro que alguno de esos pares que lo malquieren se la dio a uno de nuestros periodistas. Es que, como está pasando con el tristemente célebre plan de seguridad, el secreto no tiene vida eterna. Tarde o temprano, todo se sabe.
Por lo demás, aunque la revelación llegue tarde, siempre se puede saber, o por lo menos tener una idea, sobre el lugar de la verdad y el de la no-verdad. En eso la historia ayuda, y en el caso no está de su lado la consigna ínsita en su mensaje "interpares" que, a buen entendedor, dice "acabemos con la vaca sagrada".
JORGE GADANO
tgadano@yahoo.com.ar