Pese a que el último llamado de la presidenta a debatir con el campo sin rencores, antagonismos o falsas divisiones no sacó a los productores de las rutas ni desactivó el ánimo belicoso, existe -aunque no se note- conciencia en el gobierno y en las entidades agropecuarias de lo peligroso que es seguir manteniendo abierto el conflicto por mucho tiempo más.
Hay desconfianza y descreimiento en ambas partes. El pleito se abrió el 11 de marzo cuando el entonces ministro Martín Lousteau anunció la suba de las retenciones móviles para las exportaciones de soja y girasol. La medida, inconsulta, aglutinó a los sectores rurales que, haciéndole beber al kirchnerismo su misma medicina -centenares de cortes y piquetes en todo el país- , le pusieron un límite: el gobierno entregó "la cabeza" de Lousteau e hizo concesiones que, por imperfectas o difusas, no terminaron de ser un bálsamo.
¿Cómo se sale de la encrucijada? Con tiempo, responden unos y otros. Pero los relojes no están sincronizados. Además, por el lado de los chacareros, están los que agitan desbocadamente la protesta, como el entrerriano Alfredo De Angeli. Y por el gobierno, recién ahora se mitigó la dureza del ex presidente Néstor Kirchner, quien escenificó un corrimiento al asumir como jefe del PJ, para posibilitar el mensaje conciliador de Cristina Fernández.
La presidenta estaba bien dispuesta para conceder audiencia a los dirigentes del agro. Éstos se la solicitaron, pero prolongando el paro con movilización y ratificando el megaacto en Rosario el 25 de mayo. "Así no dialogamos", mandó decir y todo volvió a foja cero, con inapropiadas amenazas de parte del piquetero Luis D'Elía y del titular de la CGT, Hugo Moyano.
Una visión rural
Desde Santa Fe, en medio de tractores y gauchos mateando, un productor hizo la siguiente evaluación para "Río Negro": dijo que hay un "diálogo de sordos" que aviva entre los ruralistas posiciones extremas debido al "manoseo" al que se vieron sometidos los dirigentes del campo cuando tuvieron reuniones con el jefe de Gabinete y otros funcionarios.
"Hubo llamados a conversar sin precisión, sin nada concreto. Esto se soluciona con poco. Si al campo le llega el mensaje de que se hablará sobre las retenciones, se arregla todo. No eliminarlas, sólo conversar".
"Se sabe de lo que se trata, pero -agregó- nadie quiere dar el brazo a torcer. Tenemos que encontrar un punto de contacto porque estamos en vísperas de desbordes que pueden ser muy explosivos. Las entidades deben poner freno a operaciones de los autoconvocados y dirigentes del interior que están muy alzados".
¿Qué se necesita?, se le preguntó. "Una leve insinuación más de la presidenta Cristina para poder luego sentarnos a diseñar una política agropecuaria para 10 años. Si lo hace no se debilitará y será un gesto de grandeza para discutir el punto central, las retenciones y los mercados a futuro".
El productor enfatizó que la mesa de enlace hace hincapié en no generar problemas de desabastecimiento a las ciudades, limitando la protesta a restringir las operaciones de granos hacia los puertos. "La presión de las bases -reconoció, empero- es fortísima y la situación puede irse de control".
"Por eso -concluyó- hay que tener las orejas abiertas. Algún teléfono sonará y vamos a ir a la Rosada. El hombre de campo no tiene un objetivo político, sólo sufre porque le han desordenado sus negocios".
La óptica K
En el oficialismo, a esta altura, están escaldados. Un exponente de los "cristinos", mientras la presidenta estaba en Lima, sostuvo que el pleito descarriló por "la soberbia de los sectores de base de Entre Ríos. (Alfredo) De Angeli está ensoberbecido y solivianta la cultura del corte. Es fácil ir a la ruta, lo difícil es irse".
El político K insistió en que en la calle "ganan los más virulentos". A diferencia del productor, sospecha que en esta instancia "hay una connotación política: hay operaciones de más vuelo, de posicionamientos, con vista a un proyecto alternativo con eje en el movimiento del campo".
"Hay una disputa anticipada de poder", subrayó sin dejar de hacer notar la actividad constante del ex mandatario Eduardo Duhalde y las versiones tendenciosas que salen de su Movimiento Productivo.
El compás de espera agiganta las figuras de Mario Llambías, de CRA, y Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria, quienes ya cuestionan el "modelo" económico, mientras se apartan de la contienda los grandes grupos sojeros.
¿Cuál es la salida? Interrogó este diario. "Hubo en el gobierno -admitió- dilaciones para desgastar y dividir al oponente. Errores y lentitud manifiesta, pero ahora hasta los gobernadores más procampo (por Carlos Schiaretti y Hermes Binner) reclaman el levantamiento del paro, con la participación de nuevos actores ¿La fórmula? No la sé. Pero esto hay que arreglarlo sin que el gobierno aparezca derrotado. Hay efectos negativos: inflación, corrida hacia el dólar. También los chacareros se seguirán desgastando si siguen en pie de guerra, en una metodología de desatino".
Los desaires siguen estando a la orden del día. Muchos se sienten humillados e incomprendidos. Pero son muy pocos los incautos en este conflicto calificado de "loco" y "ridículo".
Y se viene el aniversario de la Revolución del 25 de mayo de 1810. La concentración del campo en Rosario está más firme que nunca y el gran pacto social que pergeña Cristina enverdecido por causa de la soja.
ARNALDO PAGANETTI
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